8.De viaje con un híbrido original parte II

160 12 0
                                    


NARRADORA

Caroline intentaba liberarse de las ataduras de la silla, pero no parecían ceder.

—papi ¿estas ahí?¿porque no me hablas?— de repente un gas con verbena empezó a liberarse en aquella celda logrando debilitar a la Forbes.

La puerta se abrió dando paso a Bill Forbes.

—como lamento que esto te pasara— la rubia se encontraba débil —¿cómo caminas de día?

—déjame ir

El hombre se puso a la altura de su hija —linda, por favor. Solo responde y todo terminara.

—solo eso quieres saber— pregunto con pocas fuerzas.

—sí, solo eso

Caroline le indico que el anillo era lo que les permitía caminar bajo la luz del sol, su padre lo retiro de su mano.

—no papá, por favor

—tus ancestros construyeron este lugar se pensaba que era para contener a los prisioneros, pero tenían otras ideas. Verbena en el sistema de ventilación para mantenerlos débiles, silla de contención de acero reforzado y eso— su mirada se dirigió a una ventana que se encontraba en la parte alta del lugar.

—¿qué estas haciendo?— pregunto con confusión cuando vio a su padre salir y regresar con una bolsa de sangre

—la sangre te controla pequeña, así voy a curarte

—¿qué?— el hombre se alejó para tomar una cuerda de metal que posteriormente jalo ocasionando que la ventana se abriera y el sol quemara a la rubia.

—no basta ya— el sol dejo de quemar a la vampira —no le hago daño a nadie, de verdad— decía con lágrimas en sus ojos —lo juro. Puedo contra el ansia lo juro.

El hombre puso delante de ella una bolsa de sangre demostrando según él que ella no controlaba el ansía.

—te preparo para que asocies el vampirismo con dolor, después pensar en sangre humana te hará reprimir tus instintos de vampiro por completo.

—es imposible— ella volteo su rostro para hablarle de frente —papi, no puedes cambiar lo que soy.

—claro que sí

—no— él se alejó para volver a abrir aquella rejilla dando paso a la luz solar —¡No, no, no!

—un vampiro solo causa desgracia— volvió a cerrar la rejilla y se acercó a ella con furia —mira lo que paso, secuestraron a tu hermana por tu culpa

—eso no es cierto

—si no la hubieras involucrado en el mundo sobrenatural ella estaría aquí— él estaba muy molesto pues su favorita siempre fue Harriet, aunque nunca lo dijera —lo más probable es que nunca la volvamos a ver y todo es tu culpa— volvió a tirar de las cadenas de metal abriendo la rejilla quemando a Caroline con los rayos del sol.

—quiero que sepas, que cuando Carol Lockwood me llamo y me dijo esto me senté a llorar

—papa estoy bien. Me sé adaptar. No necesito que me arreglen. No puedes cambiar lo que soy como no puedes culparme por lo que le paso a Harriet.

—siempre te enseñe a esforzarte. Necesito que hagas un esfuerzo— se paró del rincón donde estaba y comenzó a acercarse a su hija —tal vez sea tarde para tu hermana, pero tu aún estas aquí con nosotros.

Le volvió a mostrar la bolsa de sangre, logrando hacer sentir peor a la vampira quien moría de hambre.

—¿porque tratas de arreglarme?

Lirios rojos (Klaus Mikaelson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora