3. Stefan

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Harriet

Era de noche cuando estacioné mi camioneta en el mismo lugar donde estuve la última vez en aquel bosque de Mystic Falls. Observé la gran masa de agua, este era el lugar.

Sabía que Silas no me había mentido sobre la ubicación, la mente de Stefan era demasiado ruidosa. Me adentré en ella siendo espectadora.

Stefan estaba sentado en mi cama conmigo a su lado. Era el día que me contó sobre su etapa de destripador. 

—masacre a una cantidad de personas que te asustaría

—Yo no le tengo miedo a nada— verme a mí fue algo único. Aún recuerdo mi posé fingida de valentía, verla como espectadora fue graciosa.

—eso lo sé— sonrió —Pero no quiero que te alejes de mi

—No te voy a abandonar, no importa lo que hagas o si eres un destripador. Yo siempre voy a estar para ti sin importar nada.

—y eso es cierto— la versión de mi creada por su cabeza desapareció —Yo siempre voy a estar para ti Stefan

—¿de verdad eres tú?— podía ver el miedo en sus ojos. El de verdad quería que esto fuera real.

—Soy yo— cuando vi sus intenciones de acercarse hablé —Pero antes debó sacarte de aquí

Salí de su mente y me preparé. Levanté mis manos y usé mucha fuerza, aunque no lo sentí así. Las clases con Agenes habían servido para que mejorara en la magia de manera exponencial.

La gran caja de metal estaba frente a mí, la puerta de metal salió expulsada gracias a mi magia. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando observé el cuerpo de Stefan. Saqué el agua de sus pulmones y entonces abrió los ojos. Empuje con fuerza al hombre que había hipnotizado para que el vampiro bebiera de él.

—Stefan— lo abracé con fuerza siendo recibida por él —Lo siento tanto, perdóname— lloraba en su hombro —De verdad lo siento.

Me sentí tan culpable. Estuve meses creyendo estar con Stefan, disfrutando de fiestas, cenas familiares, salidas con amigos mientras él sufría.

—Lo único que importa es que ahora estas aquí— sentía como se aferraba a mí con fuerza —Estas conmigo.

No alegamos del lugar llegando a un bar que se encontraba con una sola persona dentro. Stefan aún tenía hambre lo cual era lógico, por ello tenía que llevarlo a donde pudiera alimentarse después de que se negara a alimentarse de mí.

—el bar cerro hace cuatro horas— la mesera puso su atención en nosotros —Si quieren les puedo preparar un café

—gracias, pero...— antes de que pudiera terminar Stefan se le abalanzo comenzando a chupar su sangre ocasionando gritos de miedo de la mujer.

—¡corre!¡corre!— la mujer acató lo que grito el Salvatore.

—No debiste hacer eso, pude entrar en su mente para que lo olvidara

Salimos del bar, los rayos del sol comenzaron a impactar en nosotros indicando el amanecer. Escuché un golpe sordo Stefan había caído de rodillas contra el piso, los rayos de luz lo estaban quemando, hay me di cuenta de que no tenía su anillo solar.

—Creí que no le importabas a nadie— aquella voz hizo que me girara encontrándome con una mujer que no conocía —Pero creo que me equivoque

(...)

Abrí los ojos encontrándome con la misma mujer morena que había visto afuera del bar. A mi lado en la cama se encontraba Stefan inconsciente.

—¿quién eres?— entre en su mente porque no confiaba en aquella mujer.

Lirios rojos (Klaus Mikaelson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora