Reproducí el video a penas me llegó el mensaje, se veía como tres años menor que Bill pero si era igual que él.
Sus ojos maquillados de color negro, el piercing en la ceja...Otro mensaje de Georg hizo que deje de reproducir el video y suspire un poco más asustado.
Sí, recuerdo que en la primera videollamada yo vi ese tatuaje, se le veía tan atractivo y seductor... pero no podía creerle. Volví a reproducir el video, puse en pausa justo en el rostro del chico y vi mejor. No tenía lunares como los de mi gemelo.
— ¡Tom! — el grito de Bill al otro lado de la puerta me hizo dejar el teléfono a un lado y abrirle. Me apuré a tomarlo de la cintura para que entre a mi habitación y darle un beso.
— No te enojes, Billy.
— Ahora huelo a hierba. — se soltó del agarre y me empujó con tanta fuerza que caí sentado en el suelo. Se subió sobre mí y sus delgadas manos apretaron mis mejillas. — Posiblemente tenga que usar un yeso por tu culpa.
— Entiendeme, estuvimos a punto de ser descubiertos y ya sabes lo que va a pasar si se dan cuenta.
— Agh. — rodeó los ojos con fastidio al mismo tiempo que se bajaba de mis piernas. — Maldita sea tu madre, todo es su culpa.
— No hablemos de eso, por favor. — porque también me dolía recordarlo y hablarlo.
— Bueno... — suspiramos al mismo tiempo, quedamos en silencio para nada incómodo. Tomé su mano y entrelazamos nuestros dedos.