— Déjala. — detuve a Gustav que tenía la intención de meterse para evitar una pelea. Hannah le daba manotazos y rasguños en la cara, yo estaba tratando de no reirme porque estabamos en una situación seria, entre comillas.
— ¿¡Qué está pasando aquí!? — rodee los ojos con irritación, Jörg siempre interrumpiendo los momentos buenos.
— ¡Por dios! — hice una seña a Gustav para que agarre a Hannah y la separe. La señora Lucha palideció al verme. Yo no la culpaba de lo estúpida que es su hija, esa lloraba peor que una niña pequeña.
Joder.
Que humillación.
— ¡Esa salvaje me atacó, papá! — señaló a Hannah con cierto temor. Me sorprendió mucho la forma tan cínica en la que se le rió limpiandose la saliva.
Nota mental: «Con Hannah había que andarse con cuidado.»
— Vamonos. — apuré a mis invitados para terminar de una vez con este show, estaba cansado. Nuevamente me dirigía al elevador, con Hannah y Gustav a mi detrás. Antes de que las puertas se cierren terminé por sacarles el dedo de en medio junto con una risa malvada.
— ¿Es tu hermana? — cuestionó Hannah con los brazos cruzados, negué con la cabeza y rodee los ojos. — Es que le dijo papá a tu papá.
— Media hermana. — susurré. — Creo que también le gusta Tom.
— El nuevo Tom si se la cogería, ¡au, Hannah! — la mencionada le dió un codazo en el abdomen al rubio y yo regresé a verlos con lentitud, ¿qué está pasando aquí? ¿por qué Gustav dijo eso? — Perdón.
El ascensor abrió sus puertas, salimos de el y nos encaminamos hacia mi habitación. Dejé que pasaran ellos primero y finalmente yo. Estaba satisfecho de haber encontrado las dos botellas de vino ahí y a mi amiga sentada en el sofá que estaba en el balcón.
— ¿Ahora si puedes decirme para que has venido, Hannah?
— ¿Hannah? — Laila de inmediato se levantó al oír su nombre. Corrió a abrazarla y besarla en el rostro reiteradas veces. — Tengo que darte las gracias por ser el angel de Bill en el momento que necesitaba ayuda, te juro que voy a estar muy agradecida toda mi vida.
— A eso es a lo que vengo. — caminé un poco más para servirme una copa llena de vino y tomar todo como si de agua se tratara, me sentó bien porque estaba frío. — Quiero ayudarte, Bill.
— ¿Para qué? — serví otro poco más y me lo tomé.
— Dime la verdad, ¿qué realmente pasó esa noche que te vimos con el rubio cabeza de pollo albino?
Golpe bajo.
— ¿Qué pasó para que terminara así? — me quedé callado, nervioso y en medio de un colapso. No quería hablar de eso en mis vacaciones de espía.
— Nada. — murmuré. — Ibamos a coger.
Hablar de ese tema sería explicarle quien era yo y mi miedo de que mi gemelo me descubra.
Maldición.
— ¡Mentira! — chilló Hannah sobresaltandonos a los tres. — ¡Quiero ayudarte! ¿No me oyes? ¡Los violadores como Andreas tienen que ir a prisión!
— Hannah. — susurró Gustav con susto. — Dijiste violadores.
— ¿Dije violadores?
— Sí, lo dijiste.
— Ay, no. — mordió su puño asustada y yo quería burlarme por su reacción junto con la del rubio. — Joder, Gustav. ¡No me distraigas!
— Hazlo, Bill. — apoyó Laila tomando mis manos y besandome en la cabeza.
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