Me encontraba en la habitación de Tom en pijama, esperaba a que llegue desde hace como ocho horas. Lo llamaba y me rechazaba todas las llamadas y nada. Ya debo parecer un jodido mapache con los ojos hinchados. Sentía mi cuerpo débil.
Laila había venido como cuatro veces con el desayuno, haciendo que intente comer y a la cansada le recibí. Se quedó esperando a que terminara de comer para irse, al final terminé vomitandolo todo hasta sentir mi estómago vacío.
Mi rostro quizás se iluminó un poquito cuando la puerta se abrió dejando ver a la persona que esperaba con ansias. Corrí a abrazarlo y me correspondió de la misma manera. Estaba aliviado, creí que se molestaría conmigo.
— ¿Cómo está? — le pregunté.
— Igual. — suspiró. — Vine por dos cosas: la primera es que necesitamos un abogado para el juicio en contra de Andreas urgentemente, me llamó el comandante a decirme que estan apelando para que salga con fianza y no hay que permitirlo. La segunda para pedirte una explicación por lo sucedido hace unas horas en el hospital.
Exhalé, alejé su cuerpo del mío para darle la espalda. Crucé los brazos pensando en qué decirle.
— Papá piensa que lo odias, Bill.
— Y no te mintió. — murmuré. — Lo odio porque estoy seguro que el tiene algo que ver en todo esto y...
— Yo también lo pensé y si no me equivoco siento que esta casa está detrás de todo esto. — intervino seguro y convencido de lo que decía. — Hay que colocar algunas camaras de seguridad, Bill.
— Si hay, lo grabaron todo.
— ¿Las viste? — afirmé con lentitud. — ¿Él la empujó?
— No fue él. — solté mis brazos para luego voltear a encararlo. — Fue Angela, Tom. Piensa vender la casa si muere Simone y por eso no tienes que permitir que se muera. Yo me encargo del resto.
— ¿Angela?
— Sí, quiere el dinero de la casa y ¿sabes qué es lo peor? ¡Que la puta casa es mía y no de tu mamá! — el rostro de Tom se tiñó de rojo intenso, está furioso, puedo sentirlo. — Relájate, solo no dejes morir a Simone.
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·Ingresaba al hospital yo solo, en manos tenía un par de tulipanes. Esas le gustaban mucho a Simone desde que me acuerdo. En la entrada me topé con Gordon quien igual venía a verla a si que para aprovechar y hacer una sola el entraría conmigo. También creí que era el momento para disculparme de mi mala conducta la primera vez que lo vi.
Lo sorprendente de todo es que lo aceptó y empezamos a congeniar muy bien, como la relación de padre a hijo que siempre quise con mi verdadero progenitor. Teniamos muchas cosas en común, el tipo realmente me agradaba.
Al entrar a la habitación donde se encontraba Simone lo primero que hice fue darle un beso en la frente.
— Oye, vieja. — dejé las flores a un lado y tomé su mano. — Hay alguien que vino a verte y ¿sabes qué? Nos llevamos muy bien. — entonces Gordon se acercó a ella con una sonrisa.
— Hola, mi mujer bella.
— Estaré fuera, ¿sí? — él asintió. Salí de la habitación hasta la sala de espera, tenía que recibir una llamada por parte de Tom y no llegaba hasta el momento.
Me desesperaba no tener una noticia, a si que le llamé yo. Repicó dos veces para que me contestara.