Estabamos en la estación de policias sentados frente al escritorio del comandante que iba a tomar mi denuncia. Estaba nervioso pero no podía seguir ocultando más lo que ese tipo quería hacerme.
— ¿Te sientes comodo con tu hermano aquí o prefieres que salga? — miré a Tom de soslayo y negué, quería que se quede conmigo para sentirme seguro. — Bien, puedes hablar.
Sin reservarme dije toda la verdad sin agregar o disminuir, estaba decidido a hundir a Andreas en el fango y esta era mi oportunidad, no más chantajes o intentos de violación.
Mientras hablaba, mi pareja sostenía mi mano y le agradecía mucho porque recordar eso me daba mucho sentimiento.
— Muy bien, Bill. Actuaremos de inmediato porque personas como Andreas merecen estar tras las rejas. Es más, debiste acudir a nosotros ese mismo momento para proceder de una vez.
Agaché la cabeza sintiendome un completo idiota. Me puse de pie a la par de Tom, ambos estrechamos las manos con el comisario y pronto estabamos abandonando el lugar.
— No me dijste que le jugaste una broma a Andreas haciendole creer que eras tú.
— ¿Era necesario decirlo? — quedamos en silencio mientras nos subiamos al auto.
— Sí... quiero que entre los dos haya confianza y mucha comunicación, ¿es mucho pedir?
— No. — sonreí de lado y toqué su pierna con delicadeza. Amaba que le ponga empeño a nuestra relación, no me quedaría atrás y haría lo mismo.
Puso a andar el auto nuevamente en silencio.— ¿Cuanto duró? — estallé a carcajadas recordando lo que me dijo Mattew al entrar al baño esa noche.
— Siete minutos y que la tiene pequeña. — ambos nos burlabamos sin contener las carcajadas. — ¿Y sabes que es lo peor?
— ¿Qué?
— Hizo que le meta un dedo por el culo, Tom. — mi enamorado regresó a verme asustado mientras reía esta vez con moderación. — Pobre de mi amigo.
— Bill.
— ¿Qué?
— Nunca me metas el dedo por ahí.
— No te preocupes. — sonreí con inocencia. — No me gusta dar.
— Genial.
·
•
·Horas más tarde...
— Te luciste con la casa, Bill. — susurró Jörg a mi lado mientras tomaba una copa de vino servida por Laura. Me encogí de hombros e hice lo mismo. — No está demás pedirte un nuevo auto para mí.
— ¿Qué más se te antoja, papi? — le di un primer trago a copa. — ¿Que te diga que dejes de trabajar para mantenerte? ¿Que ponga la casa a tu nombre? ¿Que te de un sueldo por chantajearme cada mes?
— Eh, no estaría mal. — sonrió de lado. — Quizás si hablo con Tom...
— Vamos. — propuse mientras comenzaba a caminar. — Hablemos los dos con Tom, papá.
Él se quedó tieso en su lugar, mirandome de arriba hacia abajo quizas sin saber que hacer o decir.
— Bill, no hagas un escandalo.
— ¡Tom! — llamé a mi novio mientras lo veía bajar las escaleras, él se acerco a mí con una sonrisa y me abrazó.
— Hola, ¿todo bien?
— Eh, papá quiere hablar contigo. — Tom y yo lo miramos esperando a que hablara.
— ¿Ya nos vas a contar sobre...