Ambos chicos salieron de la heladería en silencio. Para Bill era uno incómodo y para Tom solo... quería asimilar lo que pasaba y que esto no fuera una broma.
Se encontraban en la casa donde Bill la compartía con Laila. Los dos estaban sentados en el sofá mirandose frente a frente.
Este supiraba con frustración mirando esos ojos iguales a los suyos al no obtener una respuesta. Tomó las manos de su gemelo entre las suyas y las besó con nerviosísmo.
— Si me encontraste y nunca me he olvidado de ti, Tom. — el rubio seguía en silencio sin poder creer lo que estaba escuchando.
¿Era un sueño o realmente era él?
— Tom, dime algo por favor. Me estoy sintiendo muy desesperado si no me dices nada.
— Ayer cuando nos vimos... ¿por qué tú... reaccionaste así? Me- me lastimaste.
— Joder, yo no estaba listo para nuestro encuentro y sobretodo después de lo que pasó entre nosotros hace algunos años.
— Entiendo...
— ¿No estás feliz de verme? — entonces Tom con todas las ganas del mundo abrazó a su gemelo. Estaban a punto de llorar.
— Dime que te vas a quedar esta vez para siempre, Bill, y que no te vas a ir nunca más. — el rubio pegaba su frente a la de su hermano mientras tomaba sus mejillas, ambos mirandose a los ojos.
— No voy a irme nunca, Tom.
— ¿Lo prometes?
Bill sonreía mucho más antes de decir:
— Lo prometo.
— No sabes las ganas que tengo de que vayas conmigo a casa y que nuestros padres te vean.
— Yo también quisiera ir pero sabes lo que implicaría si Simone y Jörg me vieran ahí.
— Mierda. — la castaña entraba a la sala con una bolsa de fritura colandose a la conversación que tenían y haciendo que se separen de un salto y... nerviosos. — Yo tengo una idea, pero no me pregunten que oí porque oí todo.
— ¿Ah, sí? — Bill suspiraba parandose del sofá, frustrado. — ¿Cuál es tu idea, magic Laila?
— La pregunta aquí es si tu de verdad quieres ir a casa de tus padres.
— Estoy seguro que no. — comenta Tom con los brazos cruzados y la ceja arqueada. — Si no estás listo sólo dímelo, no quiero que te sientas obligado a hacerlo.
— No, está bien. Si quiero. — otra vez se sentaba en el sofá con las piernas recogidas. — Pero a la que debes preparar mentalmente es a Simone, te juro que si llega a hacer algun comentario fuera de lugar... esta vez no voy a quedarme callado.
— ¡Por eso! — chillaba la castaña con la boca llena. — ¡Ahí es donde entro yo!
— Habla de una vez, perra.
— Yo puedo hacerme pasar por tu novia y hacer todas esas cosas de enamorados frente a tus padres y ya.
— Lo que dice tu amiga es una maravillosa idea, — la incomodidad en su voz era patente, ¿Bill besando a alguien que no era él? Dios... — ¿qué dices tú?
— Bien...
— Genial. — Tom se inclinaba frente a Bill mientras lo miraba a los ojos y le acariciaba la mejilla. — Hoy a la seis habrá una cena de bienvenida para nuestra tía Sara y quiero que vayas. Estará toda la familia.
— Desde ya iré al salón de belleza, Bill. Adiós. — el mencionado solo rodeaba los ojos mientras miraba como su amiga se iba. Al asegurarse de que esta ya estaban completamente solos abrazó a Tom.