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— Entonces... ¿tu papá era un tipo malo?— Lucifer le preguntó mientras revoloteaba en el techo de la cocina.

Alastor estaba dándose un festín con toda la comida que había en el refrigerador. Comía la fruta, los pasteles e inclusive la carne cruda que había sin importarle como se veía o como olía, su acción era vista curiosamente por el ser de luz pero el desconocía el hecho de que Alastor no había comido nada desde hacía tiempo y su ropas araposas con sangre escondían el hecho de que estaba desnutrido.

— No solo era malo, era un desgraciado. Pero mi mamá decía que cuando lo conoció era un hombre tan carismático y caballeroso, siempre diciendo chistes o cantándole melodías.—

— ¿Y qué le pasó entonces?—

— Después de que se casaron el cambio, solo estaba fingiendo toda esa estúpida actitud.– El niño le dio un mordisco a una manzana pero al tratar de hacerlo fue imposible darle bocado de lo dura que estaba. Vio que solo se le había marcado sus dientes y recordó la vez en que vio como su madre lo arropaba en su cama mientras trataba de ocultar las marcas de abuso que su padre le había dado en el cuello.— Mi madre siempre lo amo pese a todo, nunca hablo mal de él y tampoco pidió ayuda ...—

— ¿Y donde esta ella?, ¿no se asustara su ve ... pues a tu papá?— El ser se sentó a un lado de el, el niño negó con la cabeza mirando algún punto fijo entre el suelo y el refrigerador.

— No, ella no vendrá ya.—

Lucifer supuso que quizás la madre había decidido abandonarlos, aun que le parecía un poco cruel el hecho de que una madre haya abandonado a su hijo. El desconocía mucho, de hecho su mente estaba en blanco y las pocas memorias que tenía era de figuras igual que el con alas pero viéndolo desde arriba de un pedestal; No sabía cómo se podría reconfortar a un humano más sin embargo su naturaleza amable actuó en esta situación.
Se acercó más de su lado y con una de sus alas, la más grande de ellas la coloco alrededor de su espalda haciendo parecer que era un cálido abrazo.

Alastor sonrió ante la acción, sin embargo su sonrisa más que nada era nostálgica y forzada. Eso desánimo al pobre Lucifer que pensó que tal vez había hecho una acción errónea.

— ¿Quieres?— El pequeño niño le ofreció la manzana que hace momentos intento morder fallando en el intento.

— ¿Qué es eso?—

— Una manzana, ¿no hay de donde tu vienes?—

— Creo que no, pero podría probarla— El pequeño ser de luz tomo la manzana entre sus dos manos pálidas, la examino primero haciéndola rodar entre sus palmas y viendo tan hermoso color rojo.

Alastor también lo observaba viendo sus acciones y como sus ojos celestes se llenaban de curiosidad por todas las características de la fruta. Cuando se la llevo a la boca Lucifer no detecto aroma alguno pero cuando la mordió, el aroma fresco de la fruta llegó a su nariz, el sabor era tan dulce y aun que trataba de verse calmado (con cierta elegancia) no pudo contenerse y mordió frenéticamente toda la manzana terminando con ella.

El pequeño niño quedó impresionado por lo rápido que el ser de luz se había comido la manzana, su rostro pálido se lleno de retos de la fruta, sus mejillas se tornaron rojizas y su sonrisa aun con un poco de restos la manzana hizo act9 de presencia.

— ¡Estaba deliciosa!—

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Había pasado una semana cuanto al menos, el ser y el niño se la pasaban jugando dentro de la casa o en los alrededores del jardín.

Alastor lo único que podía agradecerle a su padre fue el hecho de que había colocado la casa en un lugar a kilómetros de la ciudad, vivían en en lo profundo del bosque y la casa estaba ubicada a un lado del lago donde Alastor le enseñó a Lucifer los distintos animales que habitaban en este mundo.

El pequeño ser de luz se emocionaba mucho cuando veía sobre todo a las aves, quizás porque tenían alas como el, pero su fascinación siempre había ido hacia los patos. ¿Una ave que además de volar podía nadar? era lo más increíble que había visto Lucifer.

Claro que pese a la diversión también hubo mucho trabajo por hacer también, la casa la tuvieron que limpiar pies en verdad parecía que su padre nunca se preocupo por sí quiera tenerla ordenada. Y claro, hablando de el, con ayuda de Lucifer el pequeño niño logró cavar una improvisada tumba y ahí arrojaron los restos de su padre.

No le pusieron lápida, ni si quiera flores, solo taparon el agujero con tierra y decidieron que ahí iba a descansar eternamente atrás de la casa.

— ¿Sabes Lucifer?—

— No, ¿que pasa?—

— Quizás tu no seas el demonio que estaba tratando de invocar. Pero me agrada más de que tu estés aquí.—

Lucifer sonríe mientras ambos caminan hacia la sala de la casa para recostarse en los muebles de esta misma.

— A mi también me agrada estar aquí, este lugar es tan increíble. Me encanta.—

— ¿Podemos quedarnos así?, quiero decir, ¿juntos?— Alastor pregunta con cierto recelo. Y espera impaciente la respuesta de Lucifer la cual llega rápido, acompañado de una gran sonrisa.

— No veo porque no Ali.— Dicho aquello ambos se acuestan en el gran sillón quedando uno al lado del otro, se acomodan viendo hacia el techo y conforme la oscuridad va llegando por la noche, Alastor tiene nervios a la oscuridad.

Sin embargo al sentir como Lucifer se daba la vuelta para abrazarlo su miedo desaparece, se va sintiendo cada vez más a gusto y con más calma. Y correspondiendo el abrazo de el pálido, ambos se quedan dormidos.

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demonio equivocado - RadioAppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora