𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

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El miedo de perderte.

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"Asusta saber que lo que más
quieres lo puedes perder."

DÍA TRES.

La puerta se cierra detrás de mí con un portazo, un sonido que resuena en mis oídos como un trueno.

Siento una brisa gélida en mi nuca y escucho los gruñidos de los zombis afuera, como si me susurraran al oído que la muerte estuvo a punto de llevarme. Tengo escalofríos. Mierda, apenas logramos entrar intactos... Un segundo más y nos habrían atrapado entre sus fauces, convertidos en un festín para esos monstruos.

Me vuelvo para ver a Nam-Ra, aún sostengo su mano con fuerza, como si temiera que se desvaneciera en el aire. No sé si estoy enojado por el hecho de que se separó del grupo o aliviado de tenerla aquí de nuevo. Siento ambas emociones. Debo agregar que también estoy aterrorizado hasta la médula, con la sensación de que mis piernas tiemblan y que mi cuerpo entero está a punto de desplomarse.

Sin soltar su mano, la atraigo hacia mí y sin importarme nada la abrazo. Fuerte. Con miedo, con una necesidad enorme de mantenerla junto a mi cuerpo. Necesitaba asegurarme de que ella estaba aquí, de que una vez más habíamos evadido la maldita muerte y seguíamos juntos. Está aquí. Ella estaba aquí.

-¿Dónde estabas? -Le pregunto en voz baja, con los ojos cerrados y escondiendo mi rostro en su cabello. El aroma a su champú, a su piel, me calma un poco-. Me asustaste... -susurro-. Te dije que si algo pasaba, te escondieras y yo te encontraría, pero... no quiero. No quiero que te separes de mí otra vez.

Nam-Ra no se mueve. A decir verdad, por lo atrevido que soy con ella ahora mismo, esperaría que me empujara o algo, pero no lo hace. Mis ojos están llorosos, por el humo del extintor o tal vez por todo lo que estoy sintiendo en este momento: un pánico mezclado con alivio. Tiemblo sin control, lleno de adrenalina y miedo.

Quisiera quedarme así para siempre, sin embargo, los zombis estaban afuera, sabían que estábamos aquí, y si no hacíamos algo rápido, entrarían a hacernos compañía de una manera que no queríamos. Por eso tuve que separarme de ella a regañadientes. Vi que le había ensuciado su uniforme con los químicos del extintor en mi ropa.

-Lo siento... -me disculpé con tristeza, vergüenza.

Al mirarla vi un cachorrito reflejado y quise volver a abrazarla, pero tuve que ayudar a los demás a correr las cortinas rojas del pasillo para evitar que los chicos zombis de afuera nos vieran. Del otro lado, Nam-Ra hizo lo mismo con las otras ventanas.

-Hay un zombi ahí -advierte Cheong-San mientras la presidenta se dirige a cerrar las últimas cortinas.

Ella se detiene, y yo miro alarmado en la dirección donde se supone que está el zombi.

-Se atoró bajo el piano, no puede moverse -explica el chico.

Eso no me convence mucho.

Nam-Ra asiente y rodea el piano para correr las últimas cortinas.

Me apoyo de nuevo en la pared, respirando agitadamente. La adrenalina empieza a disminuir, dejando paso a la fatiga y al miedo. Estoy cansado. Aunque calenté antes de correr, esto está superando completamente mis límites.

-No podemos llegar... a la azotea, ¿verdad? -cuestiona Hyo-Ryung, igual de agitada que todos los demás-. Estamos atrapados de nuevo, ¿no?

«Qué pregunta más estúpida», quise decir. Es obvio que el plan se fue al caño, estamos atrapados de nuevo, y eso no era parte del plan, nada de lo que pase de ahora en adelante era parte del plan inicial.

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⏰ Última atualização: 7 days ago ⏰

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𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 [Choi Nam-Ra]Onde histórias criam vida. Descubra agora