Capítulo 27

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19 de enero de 2023

No me bajaba la regla.

Me encuentro en mi residencia en Niza, rodeada de libros y apuntes mientras intento concentrarme en mis estudios. Sin embargo, hay algo que me distrae, algo que pesa en mi mente y me llena de incertidumbre.

Han pasado unos días desde que debería haber llegado mi período menstrual, y hasta ahora no ha aparecido. Como una estudiante universitaria de veinte años que soy, sé que estos retrasos pueden ser normales en ciertas circunstancias, pero eso no evita que mi mente divague hacia lo desconocido y me inunde con una mezcla de emociones.

Tengo veinte años, estoy en plena etapa de estudiante, disfrutando de mi intercambio en Niza, explorando nuevos horizontes y viviendo la vida que merezco. 

Ser madre no está en mis planes en este momento de mi vida. No estoy lista para asumir esa responsabilidad, ni mucho menos para sacrificar mis sueños y metas por ello.

El simple pensamiento de un embarazo en este momento me llena de ansiedad. ¿Cómo podría manejar mis estudios, mis viajes, mi vida? ¿Y qué hay de Max? El es más mayor, pero nunca habíamos hablado de tener hijos ¿Estaríamos listos para dar ese paso juntos?

Aunque sé que hay muchas razones por las que mi período podría retrasarse, el miedo persiste, nublando mi mente con pensamientos oscuros y preocupaciones sobre el futuro. No quiero ser madre tan joven, sin un futuro decidido, sin haber alcanzado mis propias metas y sueños.

Intento mantener la calma, buscar información, encontrar formas de controlar esta ansiedad que amenaza con abrumarme. Pero en el fondo, la incertidumbre sigue ahí, acechando en cada esquina de mi mente, recordándome que no puedo darme el lujo de ignorar este problema por mucho más tiempo.

Había alargado mi Erasmus hasta fin de curso, igual que mis amigos habían hecho, debería estar contenta, pero me había pasado la mayor parte de la noche llorando.

Con un suspiro, me obligo a levantarme de la silla de mi escritorio. 

Mientras me lavo la cara y me peino el cabello, mi mente sigue divagando, incapaz de apartar la preocupación que se aferra a ella como un nudo.

Bajo las escaleras hacia la cocina común, donde el aroma del café recién hecho me da la bienvenida, pero incluso eso no logra levantar mi ánimo. 

Me siento en la mesa, jugueteando con la taza entre mis manos, tratando de encontrar alguna distracción en el suave murmullo de las conversaciones de mis compañeros de residencia que flotan a mi alrededor.

Intento concentrarme en el desayuno que preparo, pero mis pensamientos siguen volviendo a la misma preocupación, como un disco rayado que se niega a avanzar. 

Me siento atrapada en un estado de espera, esperando una respuesta que parece estar siempre fuera de mi alcance.

Finalmente, decido que debo abordar este problema de frente. 

Tomo mi teléfono y comienzo a buscar información, tratando de encontrar respuestas que puedan disipar mis temores. Con cada búsqueda, mi corazón late más rápido, pero también encuentro un destello de esperanza en la posibilidad de que todo esto no sea más que un malentendido.

Mientras miro mi móvil, un mensaje de Max aparece en la parte superior de la pantalla. Lo leo con calma, viendo como me pregunta si me apetece merendar algo juntos.

VICTORIA - MAX VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora