Capítulo 29

895 63 7
                                    

 6 de febrero de 2023

–¡No me lo puedo creer! – salto en mi sitio cuando Charles me hace su confesión.

–¡Cuidado que te vas a caer! – rodé los ojos –. No se como ha pasado.

–¿Qué no sabes como ha pasado? ¿Tengo que explicarte como se besan dos personas, Charles? Porque creo que eso lo sabes muy bien.

La situación era la siguiente: Charles había besado a Giorgia hace dos días y acababa de contármelo. Ella se lo había seguido y ahora no le hablaba.

–¿Qué hago?

–No haces nada.

–No puedo no hacer nada – rebatió – me siguió el beso, eso es por algo – suspiró, notablemente frustrado – y encima no me responde los mensajes, las llamadas, los mensajes de Instagram ni los correos.

Lo miré incrédula, sin creerme que le había enviado hasta un, o varios, correos electrónicos.

–Al final vas a acabar con una orden de alejamiento.

Me reí, pero cuando vi que me miraba serio, me disculpé.

–Lo siento – dije – tendrá la cabeza hecha un lío y necesitará aclararse.

–Lo que quiere es olvidarse de mi y seguir con mi hermano como si nada.

No podía juzgar a Georgia, a pesar de que una infidelidad me parecía muy grande. No puedo llegar a imaginarme como se estará sintiendo en estos momentos, teniendo la cabeza entre los dos hermanos Leclerc.

–Dale tiempo, Charlie.

Subí la barrera protectora del telesilla y nos desplazamos por la nieve.

Este era uno de los últimos fines de semana que los chicos tenían libres antes de que comenzara la temporada, así que había venido la nieve con Charles, Carlos, Pierre, Lando y Max.

Esperamos a que llegaran en los telesillas que iban por detrás. Max llegó hasta mi y subió sus gafas que lo protegían del sol.

–¿De que hablabais? Os he visto muy alterados.

–Rayadas de Charles – negué con la cabeza, quitándole importancia.

Los chicos comenzaron a bajar por las pistas y Max y yo nos dirigimos a la roja. Apenas había gente, así que decidimos, más bien Max, decidió hacer una carrera.

La nieve fresca crujía bajo mis esquís mientras descendíamos por la pista roja. El viento frío azotaba mi rostro, pero el calor de la competencia y la emoción ardía dentro de mí.

Max estaba justo a mi lado, deslizándose con gracia y determinación. Cada vez que intentaba adelantarlo, él aceleraba, manteniéndose a la par con una sonrisa traviesa en su rostro. Era como si estuviéramos bailando en la nieve, desafiándonos mutuamente en cada giro y giro de la pista.

–¡Vamos, Victoria! ¡No puedes atraparme! – gritó Max con una risa juguetona, deslizándose con facilidad por delante de mí.

VICTORIA - MAX VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora