Capítulo 42

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15 de agosto de 2024 – MAX

El saco de boxeo que se encontraba en le jardín de mi madre se movía con fuerza mientras lanzaba puñetazos y patadas con toda mi fuerza posible.

Cada golpe que lanzo está cargado de frustración, rabia y dolor, pero también es una liberación, una forma de canalizar toda la ira y la tristeza que siento hacia algo tangible y físico. 

Me concentro en cada movimiento, dejando que el ritmo de mi respiración y el sonido de los golpes llenen el aire a mi alrededor.

En este momento, el saco de boxeo se convierte en mi confidente silencioso, absorbiendo cada golpe y permitiéndome desahogar toda la tensión acumulada dentro de mí. 

Cuando decido que es suficiente subo al dormitorio que una vez fue mi lugar favorito.

Al entrar en la habitación, me encuentro rodeado por un silencio, solo interrumpido por el suave crujido de los viejos muebles y el zumbido distante de los pájaros fuera de la ventana. Me siento en la cama, dejando que los recuerdos de mi infancia y los sentimientos encontrados se arremolinen a mi alrededor.

Este solía ser mi refugio, el único lugar donde podía escapar de las expectativas y presiones de mi padre. Aquí me sentía libre para ser yo mismo, lejos del mundo exterior y sus juicios. Pero ahora, incluso este lugar parece cargado de dolor y desilusión.

Cierro los ojos y dejo que los recuerdos fluyan, recordando los momentos felices que solía compartir con mi familia en esta habitación. La risa de mi hermana, los abrazos de mi madre; todos estos recuerdos se mezclan con el peso de la decepción y la amargura que siento en este momento.

Una parte de mí anhela volver a esos días más simples, cuando la vida no era tan complicada y las decisiones no pesaban tanto en mis hombros. Pero otra parte sabe que ya no puedo volver atrás, que debo enfrentar las consecuencias de mis acciones y lidiar con las realidades de mi presente.

Con un suspiro pesado, me levanto de la cama y me acerco a la ventana. Observo el paisaje familiar, dejando que la tranquilidad del entorno me calme un poco. 

Después de una larga ducha bajo al comedor, donde mi madre se encuentra viendo una de sus telenovelas favoritas. Me siento a su lado y cruzo mis piernas sobre la mesita de te que hay delante de nosotros.

—¿Hasta cuando vas a quedarte aquí? —pregunta.

—¿Tan poca ilusión te hace que haya venido a pasar unos días? —bromeo.

O eso intento.

—Llevas sin salir de casa una semana —pone pausa a la discusión que los protagonistas de la serie estaban teniendo—. ¿No echas de menos a Victoria?

Entonces, cuando mi madre menciona su nombre, siento como si un puñal se clavara en mi pecho. Trago saliva con dificultad, tratando de ocultar mi reacción mientras me concentro en controlar mis emociones.

Pero mamá siempre ha sido buena leyendo entre líneas, y sé que esta pregunta está cargada de significado. Me muerdo el labio inferior, tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder.

—Sí, la echo de menos —admito.

—Y qué hay de Isa? ¿La has vuelto a ver desde que llegaste?

VICTORIA - MAX VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora