Capítulo 9

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14 de abril de 2023

Hoy era viernes, y por lo tanto, podía tomarme un respiro de la universidad.

Había tenido toda la semana llena de exámenes y trabajos y había salido un verdadero estrés. No veía el momento de meterme en mi cama y no despertarme hasta el próximo lunes.

Bajé las escaleras de la universidad después de despedirme de mis amigos y me subí a mi coche para poner rumbo a casa.

Cuando llegué no había nadie, así que me di una ducha y después de ponerme unicamente mi ropa interior y una camiseta de Ferrari que me iba enorme me metí en la cama.

Volví a despertar por el insistente timbre. Esperé un rato a ver si alguien abría, pero parece ser que todavía continuaba sola en casa.

Mientras bajaba las escaleras me di cuenta de que ya había anochecido, por lo que serian las cinco de la tarde.

Al abrir la puerta me llevé una sorpresa enorme.

–¿Qué haces aquí? – me crucé de brazos.

–Vaya recibimiento – alzó las cejas, sonriendo – aunque esa camiseta la quemaría.

El ojiazul pareció darse cuenta de que no me hizo mucha gracia, por lo que volvió a mentaner una postura seria.

–¿Qué haces aquí? – repetí la pregunta.

– Me apetecía verte – se encogió de hombros.

Reprimí una sonrisa, porque seguía enfadada por todo lo que había pasado. No cualquier hombre se sube a un avión y recorre varias horas en el cielo para verte.

–Em... ¿Quieres pasar? – ofrecí.

–Quiero llevarte a un sitio.

Me lo pensé unos segundos, pero acabé aceptando.

Le invité a que me esperara en el salón mientras me cambiaba. Arreglé un poco mi cabello y me maquillé ligeramente. Como había anochecido y el sol se había ido, me abrigué bastante.

Bajé las escaleras y me lo encontré mirando algunas fotografías que había en una pared del salón, dedicada únicamente para que esté llena de cuadros.

–¿Te gustan? – pregunté, sobresaltándolo.

–Me encantan – continuó mirándolas – y también me dan algo de envidia. En mi casa nunca había habido una foto donde parecieramos una familia feliz.

Me entristecí cuando lo nombró. Se que su infancia había sido difícil.

–Te pareces mucho a tu padre – cambió de tema, señalando una fotografía donde salían él y mi madre jovenes, cuando tenían mi misma edad, 19 años.

–Me lo dicen mucho.

Me acerqué a su lado y vi como analizó cada una de las fotografías que había colgadas en aquella pared. Unos minutos después salimos de casa y nos montamos en el que coche con el que había llegado hasta aquí.

Estuvimos dos horas en la carretera hasta que llegamos a un castillo.

–Estamos en el Castillo de Warwick – me informó.

Había oido hablar de el, pero nunca había venido.

–Cuando tengo reuniones en Londres, suelo venir aquí – explicó mientras empezamos a pasear por la zona.

Todo era muy verde y estaba prácticamente vacío, pues ya era de noche y hacia un frio considerable.

–Es una zona pequeña y casi nadie me reconoce, está bien para escapar de la realidad durante unas horas, el centro de Londres es terrorífico – rio.

VICTORIA - MAX VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora