Light My Cigarette © JK 「LIBRO 1」

17 | Memorias compartidas

Así como se había maravillado con su rostro, se acabó el hechizo que usó para dejarla paralizada. Tras unos segundos inmóvil y perdida en su belleza, se alejó quitando el cigarrillo de sus labios y mirándolo con seriedad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con su rostro neutro. Tan solo recordar que llegó allí por invitación de Lalisa le daba un mal sabor de garganta, y aunque supiera quiso saberlo de sus labios.

—Mm~ fui invitado igual que tú. —se encogió de hombros y la ceja alzada de EunJi demostró que no le creía en absoluto.

—No me refería a eso... hablo de aquí. —apuntó en suelo indicando el lugar donde ella estaba— y te equivocas, yo no fui invitada, vine por mi abuelo. —se acercó un poco a él y murmuró— en cambio tú, eres la pareja de Lalisa... el invitado especial. —sonrió con burla negando.

—Eso es lo que te molesta en realidad ¿No es así, diablita? —murmuró él acercándose a su rostro mientras la tomaba de su barbilla.

Con una sonrisa irónica ella giró su rostro zafándose de su agarre, haciendo que él chasqueara la lengua fastidiado, en verdad no la quería ver molesta.

—Bájale a tu ego, machito... y no me digas así. —exigió rodando los ojos para pasar por su lado, pero él la detuvo tomando su antebrazo.

—No es mi ego y lo sabes. —negó sobre su oído, algo que la hizo removerse en su puesto por el escalofrío que le causó— y tu eres mí diablita. —volvió a decir en su oído, haciendo que ella se removiera un poco. Entonces él sonrió.

Su mano masculina tomó su coleta acariciándola, tiró un poco de esta y su mano llegó a su espalda baja, provocando que ella se alejara para mirarlo luego de ver detrás de él.

—¿No es tu ego, dices? ¿Seguro? —le alzó una ceja mirándolo fijamente, él sonrió de lado y mordió su labio inferior con travesura.

—Ay ya diablita, no te me pongas así. —se quejó con galanería, su mano bajó un poco más llegando al trasero de ella, quien sonrió con malicia.

—¿No tienes a alguna estúpida que complacer hoy? Porque si es o no así, yo sí tengo cosas que hacer. Permiso. —con su mano tomó su coleta sacándola de su agarre, dando la vuelta y comenzando a caminar luego.

Jk la miró con ojos lujuriosos, le encantaba cómo movia sus caderas en un vaivén sensual. No dudó en seguirla.

EunJi por su parte quitó la alarma del Ferrari rojo y negro que tanto le gustaba, así como a Jk. Cuando estuvo a punto de abrir la puerta Jk posó su mano impidiéndole proseguir, y detrás de ella se acercó a su oído.

—A la única que me encantaría complacer es a tí. —susurró en su oído, llevando su dedo al hombro casi desnudo de EunJi, acariciando suavemente su piel. Ella por un momento se maldijo por usar un vestido de tirantes finos.

—Típico. —mencionó volteándose para encararlo— ¿Qué? ¿Crees que porque me viste y te pareciera... sensual?... ¿Qué pensaste? ¿"Esa me la follo hoy"? Pues no. —contestó por sí misma viendo la sonrisa ladina y masculina frente a ella— ¿Viniste con Lalisa, no? Ve y dile todas esas cosas que me dices a ella... Y déjame en paz. —siseó con molestia, volteando hacia el auto nuevamente.

En verdad, había odiado el hecho de verlo llegar con ella, y conociendo como es su persona, sabía de antemano que sus intenciones eran follar.

—EunJi. —llamó con tono serio.

—No, déjame abrir la maldita puerta. —farfulló más que molesta intentando abrir la misma, y el cuerpo de Jk comenzó a hiperventilar de los nervios que ahora lo estaban consumiendo. Si ella sigue así va a hacer que suelte una estupidez.