13. OLIVER

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-- ¡Ey tio!, ¿te puedo comentar lo de la fiesta de hoy?, creo que está todo ok.

-- Qué pasa tío. – respondí a la llamada de Roque. – Siempre es lo mismo, ¿cuándo te lo vas a aprender?.

-- Necesito asegurarme de que no me ha faltado nada. – insistió Roque, el que ahora hacía de 'Oliver cabecilla organizador de fiestas ilegales'.

-- Es lo mismo siempre tío, alcohol, música, ubicación, y lo más importante, los invitados al fiestón. – Roque iba asintiendo conforme le decía cada cosa, hasta que escuchó el último requisito.

-- ¡Mierda!, ¡el mensaje!, no lo he enviado.

-- Hostia. – me empecé a reír de él, no me podía creer que el principal factor para hacer una fiesta se le hubiera olvidado. – Eres un novato. – continué riendo.

-- Tendrías que hacerlo tú, no entiendo que ahora quieras ir de angelito, te gusta la jarana como a todos. – Roque se picó por haberle llamado novato. Realmente lo era.

-- Quizá un angelito no, pero gilipollas tampoco. Y sí, la jarana me gusta, pero si no la organizo yo casi mejor. – le aclaré divertido. – Ale te dejo.

-- Venga, luego nos vemos. – y Roque colgó.

Lo mejor que podía haber hecho sin duda era alejarme de organizar aquel tipo de cosas. Ya era mayor de edad así que ya no formaba parte de un juego, ahora sí que habría que responder como un adulto, y no entraba en mis planes ir a la cárcel. Además, si en mis planes podía estar Gia, casi mejor.

Gino y yo hablamos de ir a la fiesta a eso de las diez de la noche. Todavía se nos hacía jodidamente extraño llegar sin haberla organizado. Terminé de vestirme y bajé con la ropa sucia de la playa para echarla a lavar. Mi madre había salido, le faltaban unas cuantas cosas para la comida de mañana, y decidió salir en un momento a comprarlas. Se dejó el teléfono móvil en casa, el cual empezó a sonar. Me acerqué extrañado, y un poco cotilla, necesitaba curiosear quién le llamaba. Después de ver aquel mensaje de Evan, sentía mucha más curiosidad. Y no me equivocaba, en la pantalla lo ponía bien claro: Llamada entrante de Evan.

¿Qué hacía?, dudé. Primero pensé que ni de coña lo cogía, pero después... quise marcar un poco de territorio la verdad. Que se enteraran tanto él como mi madre que era consciente de que algo pasaba entre ellos, y que por cierto, aún no se lo había contado a Gia.

-- ¿Si?. – respondí a la llamada.

-- ¿Gemma?. – respondió extrañado el padre de Gia. Llamar a Gemma y que respondiera un hombre... se quedaría loco.

-- No, soy Oliver. – fui a la yugular. No me escondo.

-- ¡Anda Oliver!, ¿qué tal?, ¿cómo te va todo?, ¡cuánto tiempo!. – se notaba que estaba sorprendido con que le hubiera respondido yo, solo intentaba disimular la pillada que le acababa de hacer.

-- Genial, ¡gracias!. ¿Quieres algo?. – fui amable, en ningún momento fui un borde, pero sí tajante.

-- Nada importante, ¿le puedes decir a tu madre que me llame?.

-- Si claro, en cuanto llegue se lo digo.

-- Gracias chaval, ¡a ver si nos vemos!. ¡Cuídate!.

-- Adiós Evan. – y colgué.

La conversación fue breve, pero extraña. ¿Otra vez el padre de Gia intentando ponerse en contacto con mi madre?, que alguien me explique por favor, me estoy empezando a preocupar ya.

Justo cuando terminé de poner la lavadora con las toallas y la ropa de la playa, escuché la puerta de la calle, mi madre había llegado.

-- Te han llamado. – le dije nada más visualizarla entrando por la puerta.

Agárrame fuerte (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora