18. GIA

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Allí estábamos, frente a mi pizzería favorita. Frente al antiguo trabajo de Oliver. Nunca me cansaría de contemplarla. Blanca y roja, se respiraba olor a leña, olor a gloria bendita. Ambos nos miramos con la boca hecha agua.

-- Jamás se me olvidaría este olor. – le dije.

-- Hazme caso que lo aborrecerías.

-- ¡¡JAMÁS!!. – bromeé.

Nos dirigimos hacia el interior del restaurante, donde Oliver se paró como tres veces a saludar a sus antiguos compañeros. Yo tan solo me dignaba a estar a su lado, esperando a que terminara y fuéramos a buscar a Marcos.

-- ¡Ey tío!. ¿Has visto a Marcos?, le estoy buscando. – Oliver preguntó a otro compañero que se acercaba hacia nosotros.

-- Sí, está en la sala de descanso. Ve, se alegrará mucho de verte por aquí. – dijo amablemente. Parecía muy buen chico.

-- ¡Gracias tío!. – se chocaron las manos, en modo de agradecimiento/despedida.

Empezamos a dirigirnos hacia allí, jamás había estado en esa salita, yo tan solo me dignaba a seguirle.

-- ¡El jefe debería estar trabajando!. – entramos en aquella salita, Oliver entró como Pedro por su casa, con una gran sonrisa y su humor tan característico.

-- ¡Pero bueno, qué sorpresa!. El niño de la plaza se acuerda de su antiguo trabajo... -- Marcos pareció muy contento, al parecer Oliver no había vuelto a pisar la pizzería desde que terminó sus días allí. -- ¿Y quién es esta chica?. – apartó a Oliver, que estaba justo delante de mi. Quería comprobar de quién se trataba. -- ¡Esto sí que es una sorpresa!, más que tú, siento decirte. – dijo refiriéndose a Oliver. -- ¡Qué ilusión volver a verte Gia!. Cuánto te queremos por aquí. – me dio un abrazo cariñoso y le sonreí. Marcos siempre fue muy amable conmigo.

-- Oye oye, que me pongo celoso. – bromeó Oliver.

-- ¿Celoso?, ¿tú?. Calla anda no me hagas reír. – Marcos golpeó a Oliver en el hombro, para después volver a sentarse en aquel sillón donde le habíamos encontrado al entrar. Los tres reímos con lo que había dicho. – Bueno, ¿a qué se debe la visita?.

-- Pues.. eh.. nosotros... – Oliver no sabía cómo romper el hielo. No arrancaba a formular una frase completa, así que tuve que tomar las riendas.

-- Queremos que nos cuentes todo sobre Sandro. – y pum, así, sin anestesia. Oliver me miró con cara de entre asesino y flipando. De alguna forma había que decirlo...

-- Uy. – Marcos abrió los ojos de par en par. No se lo esperaba en absoluto.

-- Gia quería decir que nos encantaría saber más de él. Si fue pareja de mi madre, tendría que ser especial. – Oliver intentó suavizar mi brusquedad.

-- Claro, eso quería decir. – dije un poco avergonzada.

-- ¿Tu madre sabe que estás aquí?.

-- No, pero tampoco tiene por qué enterarse, ¿no?.

-- Es muy raro todo esto, y te conozco de sobra como para saber que algo tramas.

-- Puede ser, pero como me quieres tanto... quedará entre tú y yo.

-- Si no la lías quedará entre tú y yo.

-- No la liará, te lo aseguro. – dije segura. Marcos me sonrió.

-- Bueno, ¿y qué quieres saber?. – continuó Marcos.

-- Todo lo que sepas.

-- Nos podrían dar las doce de la noche si te cuento todo lo que se de él.

Agárrame fuerte (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora