23. OLIVER

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Haber estado en el mismo lugar que Derek compartiendo el mismo aire, había sido jodidamente extraño. Teniendo en cuenta que no habíamos llegado a los puños, se podía considerar un milagro.

Cleo se despidió de él, que se alejó con la moto rápidamente, acelerando de manera vacilona, casi haciendo el caballito. Ella entró, e iba decidida hacia la puerta de la casa de Gia, pretendía pasar de largo, ignorarnos vaya...

-- ¡Tia!, ¡pero no te enfades!. – Gia intentó llamar su atención.

-- Claro que me enfado. – cambió de planes. Ahora venía hacia nosotros, enfadada.

-- Madre mía, Cleo enfadada, agárrense los cinturones. – Aina lo dijo seria, pero no pude evitar reírme en bajito. Me era imposible estar serio en momentos serios.

-- Tía que no es para tanto. – insistió Gia, intentando calmarla un poco.

-- Claro que lo es. Ha entrado hasta aquí, metiéndose en la piscina con todos vosotros. Ha hecho ese gran esfuerzo, por mí, obviamente. – dijo orgullosa. – Y lo único que se os ocurre es llamarle mentiroso.

-- A ver... Es que Derek... es Derek... -- Gino dijo aquello precavido, en un tono bajo.

-- No le hemos llamado mentiroso Cleo, simplemente le conocemos, desde hace muchos años, y sabemos cómo es. – intentó justificarse Gia.

-- No sabéis en absoluto cómo es.

-- Cleo, le acabas de conocer. Y estás discutiendo con nosotras, tus amigas, por un tío que sabes de sobra todo lo que nos ha hecho.

-- ¿Por qué estás tan segura de que no está mintiendo Cleo?. – preguntó Aina, tan comprensiva como siempre.

-- Ay, lo siento, lo siento por estar hecha una furia de verdad. – Cleo se sentó en el bordillo de la piscina, y todos nos acercamos, para intentar conversar como personas civilizadas. – Pero os estáis equivocando, os lo prometo.

-- ¿Pero por qué estás tan segura de eso?. – repitió Aina su pregunta.

-- Porque Derek no es mala persona, en absoluto.

-- No. – no pude evitar decirlo, lo sé, era innecesario.

-- Oliver. – Gia me miró con cara de querer matarme. Yo le hice el gesto de cerrar la cremallera sobre mis labios.

-- ¡Por qué os odiáis tanto!. – Cleo sonó desquiciada. -- ¿Podéis poneros en la situación de él?, aunque sea sólo un momento.

-- ¿En qué situación exactamente?. – preguntó Gino, sin ninguna sensibilidad.

-- Os habéis acostumbrado a odiaros, y ya está. ¿Pero os habéis parado a conoceros?, no sois tan diferentes, de hecho os gustan las mismas cosas.

-- Imposible. – añadí. Cleo puso los ojos en blanco, y yo, me calle después del empujón que me dio Gia.

-- Derek es buena persona, simplemente tiene una situación muy complicada. ¿Os pensáis que en su casa le quieren?, no le quieren una mierda. Su padre nunca está en su casa, y si está, siempre va rodeado de cuatro matones rusos. Y por otro lado su hermano, la persona más delincuente que he conocido en mi vida, le trata fatal.

-- ¿Le trata mal?... – Gino no se esperaba ese dato. Y yo tampoco la verdad. Siempre habíamos sabido que eran uña y carne.

-- Tenía entendido que eran inseparables. – añadí.

-- ¿Inseparables?, su hermano se pasa la vida diciéndole que no vale para nada y que es una nenaza.

-- Por eso es así entonces. – conclusión de Aina.

Agárrame fuerte (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora