27. OLIVER

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'Hoy, tú y yo. Nos debemos muchos besos'

Enviarle ese mensaje fue lo primero que hice al despertarme aquella mañana.

'Y no sabes las ganas que tengo.'

'Me visto y voy.'

'No tardes.'

'Me voy a dar más prisa que nunca.'

Sonreírle a la pantalla mientras hablaba con ella ya formaba parte de mi rutina diaria. Estaba sintiendo cosas que jamás había sentido. Perderla, estar tanto tiempo separados, había servido para que abriera los ojos, y no quisiera volver a pasar ni un minuto más de mi vida sin ella.

Me vestí a toda prisa, no quería perder ni un segundo del día que íbamos a pasar juntos.

-- Hoyuelitos, prométeme que no volveremos a estar tantas horas sin vernos. – le dije, nada más verla salir por la puerta de su casa.

-- ¡Exagerado!, si no hace ni veinticuatro horas. – respondió sonrojada.

-- ¡Pues muchísimo!. – la agarré con mis brazos, para traerla hacia mi y darle una abrazo.

Disfrutaba de ella, cuando escuché el ruido de la puerta de su casa, volviendo a abrirse.

-- ¡Hola parejita!. – dijeron Aina y Gino al unísono. Salían acompañados de Cleo.

-- Ah, no no. – negué con la cabeza. Un no rotundo. Hoy iba a ser un día de Gia y yo, ya está.

-- ¡Tonto!. – Gia me golpeó en el hombro, no la entendía. ¿Es que ella quería que volvieran a acoplarse?. Por favor, estaba empezando a echar de menos los veranos en los que estábamos ella y yo, nadie más.

-- No te preocupes principito, que no vamos a ir con vosotros. – me dijo Gino. Respiré aliviado.

-- Ya nos llamarás, ya. – bromeó Cleo.

-- Llama a tu macarra preferido, mejor. – le dije, devolviéndole la broma.

-- Parece que te ha escuchado. – Justo empezamos a escuchar el ruido horrible de la moto de Derek, que apareció justo por detrás de nosotros, parándose a nuestra izquierda.

-- Buenas. – dijo él, secamente. No respondimos ni Gino ni yo, como era de esperar.

-- Nosotros también nos vamos. Gino me va a presentar a sus padres. – dijo Aina, un poco avergonzada con lo que estaba contando.

-- ¡Si claro!. – me reí.

-- ¿Si claro?, si es tu culpa cabrón, que se lo has contado a mi madre y no ha parado hasta que le he dicho que se la presentaría.

-- ¡Oliver!, ¡eres un bocazas!. – Gia me golpeó, riéndose mientras yo intentaba esquivar el golpe.

-- Bueno, darme las gracias. Vais a pasar un día maravilloso.

-- Bueno... ya veremos jope... -- Aina estaba realmente preocupada.

-- Si algo sale mal, le echaremos la culpa a Oliver. – añadió Gino. Gia y yo nos miramos y nos reímos, éramos muy poco serios.

-- Que vaya bien ese día de suegros. Nosotros nos vamos a Tabarca. – dijo Cleo.

-- Cuídala, o te entierro donde nadie te encuentre. – Gia amenazó a Derek. Ella no estaba bromeando, pero la escena fue cómica.

-- Estoy temblando nena. – le vaciló Derek.

-- Pues deberías. – tuve que defender a mi hoyuelitos... Nadie la vacilaba, solo yo. Él me devolvió una mirada asesina, y finalmente Cleo se subió en la moto y desaparecieron. Aina y Gino hicieron lo mismo.

Agárrame fuerte (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora