28. GIA

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Aquella noche dormí mejor que nunca. Estaba en el mejor momento de mi vida, en el mejor momento con Oliver, jamás habíamos estado así de bien, os lo prometo. Me sentía muy feliz de que todo fuera tan bien, que estuviéramos viviendo el verano que nos merecíamos. Ser feliz a su lado era lo que siempre había soñado, y sentía que ahora sí, nada podría salir mal. Ilusa de mí, la vida nunca deja de sorprender.

-- ¡Cariño, baja, tenemos visita!.

Mi padre me estaba llamando a voces, algo impropio de él, la verdad. Yo aún seguía en la cama, rebozándome de gusto. Fuera hacía un día horrible. Era uno de esos días de tormentas veraniegas, por lo que se estaba mejor que bien en mi cama, adoraba esos días. Edredón y la lluvia de fondo, placeres de la vida. Me quejé un poquito ante su llamada, ¿quién había venido antes de la hora de comer a mi casa?... Muy raro.

Me acicalé un poco, arreglándome los pelos frente al espejo, después de haber dormido como un bebé. Un bebé feliz, por supuesto. Llevaba un pijama de seda rosita, de pantalón corto y camisa de manga corta, con botones. Divino.

Aina y Cleo se habían ido con sus respectivos, ¿a dónde?, pues creo que Aina me dijo que a desayunar a casa de Gino, eso de conocer a sus suegros ya había sido el comienzo de algo muy serio. Por su parte, Cleo me dijo que estaría con Derek, no dio más detalles. Sin duda, el verano que iba a ser de amigas estaba quedando en el intento. El amor... No se lo tenía en cuenta a ninguna de las dos, las veía felices y disfrutando muchísimo, se lo merecían. Con eso era más que feliz.

-- ¡Cariño!.

Mi padre volvió a llamarme, estaba tardando demasiado. No me apetecía nada que hubiera visita de buena mañana.

-- ¡Vo...!

Comencé a bajar las escaleras, y no pude terminar mi 'Voooooy'... porque me quedé boquiabierta con la persona que esperaba al final.

-- Qué hac...

-- Cariño, ha venido Lucas.

Estaba blanca, pálida. ¿Qué hacía Lucas en mi casa?... ¿Ya era agosto y había acabado sus vacaciones en Barcelona?. ¿Por qué no me había dicho que venía?... Además, si venía, no hacía falta que fuera a mi casa.

No supe reaccionar, y mi padre me estaba entendiendo perfectamente, lo sé. Era el hijo de sus amigos, y no quería dejarlo en mal lugar, pero conocía mis sentimientos.

-- Ha venido con sus padres, a comer. – mi padre intentó ser lo mas cordial posible.

-- ¡Gia!. – los padres de Lucas aparecieron también en escena. Yo sonreía, aún en shock con la presencia de Lucas allí. . -- ¿Qué tal el verano?.

-- Bien. – les saludé con dos besos, amablemente.

-- ¿A mi no me saludas?... – Lucas estaba muy cortado. Realmente no sabía si estaba siendo precavido o estaba enfadado por algo más. Jamás pillé del todo a ese chico.

-- Claro. – y me acerqué, para también darle dos besos. Mi cuerpo se tensó bastante cuando su mano fue directa a mi cintura.

Lo que ocurrió después fue bastante incómodo para mí. Quería desaparecer de mi propia casa. Todo el rato huía, sí, literalmente. Estábamos todos en la cocina, preparando la comida, mientras mi padre charlaba con el padre de Lucas, y su madre cortaba varias piezas de verdura. Él intentaba acercarse a mi en varias ocasiones, y en todas le huía. Era muy descarada y sabía de sobra que estaba dándose cuenta.

Me ponía a lavar la lechuga y aparecía.

-- ¿Te ayudo?.

-- No, gracias.

Agárrame fuerte (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora