31. OLIVER

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Había que coger fuerzas, así que ahí estaba yo, en la cocina, con una sartén y la masa de tortitas recién hecha. Esa noche íbamos a colarnos en casa de Derek, con ayuda de Cleo, por supuesto, para buscar el papel que le robaron a Sandro en aquel accidente. ¿Arriesgado?, mucho. Yo estaba muy tranquilo, ese tipo de situaciones no me generaban ningún tipo de ansiedad, al revés, me excitaban sólo de pensarlas.

-- ¿Qué haces en la cocina de buena mañana, cariño?... – mi madre se acababa de despertar, y se quedó muy sorprendida al verme haciendo tortitas tan temprano. Algo inusual en mí.

-- Voy a llevarle el desayuno a Gia. – mi madre me miro con sonrisa pícara. – No me mires así... -- me avergoncé un poco.

-- Ay hijo, qué bonito eres. – me dio un beso en la mejilla, cariñosamente.

-- Te he preparado a ti un par, así también desayunas. – le di un plato donde había apartado dos tortitas para ella.

-- ¿Te he dicho que te quiero?...

-- Bueno, ya no sé a quién quieres mas, si a Evan o a mi...

-- ¿Mi niño está celoso?... – bromeó mi madre, cortando varias fresas para comérselas junto a las tortitas.

-- Pensaba que era el único hombre de tu vida. – le amenacé con el utensilio que estaba utilizando para darla la vuelta a las tortitas. Mi madre rió.

-- Ay cariño... quién me lo iba a decir a mí...

-- Sé de lo que hablas, te lo aseguro...

-- Y te quería hablar sobre el tema...

-- Dime. – dije, concentrado en que la tortita no se me pegara en la sartén.

-- Evan y yo hemos hablado de futuro. – levanté la cabeza en cuanto escuché la palabra 'futuro', y por un momento se me olvidó la tortita. ¿Se pegaría?...

-- ¿Dd... De fut...futuro...?...

-- Sí cariño. Nosotros ya somos adultos, y hemos sufrido mucho, los dos. – la escuchaba atentamente, y caí en que tenía una tortita que me necesitaba. Uf, no se había quemado, gracias. – No queremos decir aún que tenemos algo serio, pero queremos seguir estando así, juntos, disfrutando de la vida, de nosotros. Y eso no se puede si nos volvemos a separar. Hemos comprendido que la distancia no es problema, así que aquí o en Madrid, pero seguiremos juntos.

Ya os podéis imaginar mi cara. La tortita que eché a continuación en la sartén sí que se quemó, pero vamos, chumascada chumascada.

-- ¡¿TE VAS?!. – es lo único que pude decir.

-- Nono, cariño. – puso cara de circunstancia, quería explicarse bien. – No quería hablarte de esto porque sabía lo que ibas a pensar... No hay nada claro mi amor, simplemente tenemos claro que cuando llegue el momento lo decidiremos, pero no nos vamos a separar, es lo único que sabemos. Se puede hacer de mil formas diferentes. Yo irme a Madrid. – cuando dijo eso abrí los ojos de par en par. – Él venirse aquí. -- ¿Gia aquí?... – E incluso una temporada allí y otra aquí. – fruncí el ceño. – No sabemos nada mi amor, aún queremos seguir disfrutando del verano, y de nosotros, pero el momento llegará y tendremos que tomar una decisión. Simplemente te lo cuento para que lo sepas, y para que estés tú también preparado.

-- ¿Preparado?...

-- Sí mi amor, porque tú también tendrás que tomar esa decisión.

Cuando me habló de tomar una decisión mi cabeza iba a explotar. Afrontar ese momento lo veía muy lejano, y no quería pensar en eso ahora. Le quité la mirada y volví a concentrarme en mis tortitas. Mi madre me conocía bastante como para saber que era mejor dejar la conversación ahí.

Agárrame fuerte (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora