Todavía tenía una conversación pendiente con Lucas, no se me olvidaba, al igual que tampoco podía sacar de mi cabeza los mil problemas que me rondaban, a falta de tres días para que se acabara el verano. Sí, tres días.
Por una parte, no sabía cómo iba a ser esa conversación con él. La última vez que nos habíamos visto había sido una discusión tanto conmigo como con Oliver. No sabía si ya se había calmado o estaba deseando verme para cantarme las cuarenta cara a cara. Por otro lado, estaba Oli, que desde la noticia, no quería estar en su casa. Digamos que había pasado más tiempo aquí que allí. Mientras su madre no quería salir de su habitación, o mejor dicho, de su cama. Mi padre no la había dejado sola ni un momento, así que había estado bien poquito por aquí. Se cambiaron los papeles. Mi padre dormía allí y Oliver en mi casa.
No habían vuelto a hablar, Oliver se sentía culpable, y su madre no paraba de llorar.
-- Mientras vas a hablar con Lucas voy a ir a mi casa y cojo ropa, ya no me queda nada limpio aquí. – aseguró Oli.
-- Tenemos lavadora eh...
-- No te preocupes hoyuelitos, algún día tendré que pisar mi casa otra vez.
-- Digo yo... -- reí.
-- Te acerco al casco.
Le dije a Lucas de vernos en una cafetería, justo en la misma donde nos habíamos encontrado con aquel detective. Era lo mejor, un sitio público, así al menos su enfado se rebajaría un poco, ¿no?...
Oliver aparcó la moto donde siempre, y fuimos juntos hasta las escaleras que giraban hacia su casa. Él se fue hacia allí, asustado por volver a entrar en su casa, y ver a su madre después de tantos días. Yo continué escaleras arriba, dirección a la cafetería donde había quedado con Lucas.
Comprobé si había llegado, negativo. Barajé la opción de que no fuera a venir, igual su enfado era tan grande que prefería que no nos viéramos. O quizá ya se le había pasado y pasaba de mi cara, también estaba esa posibilidad. Aún así entré, y me senté en una mesa a esperarlo.
Pasaron quince minutos, ya estaba terminándome mi batido de chocolate y me apoyaba en el respaldo, agotada de esperar. Mentalmente me dije que si no aparecía antes de dar ese último sorbo a la pajita, me levantaba y me iba. No iba a esperarle más.
Y por arte de magia parecía haberme escuchado. La puerta se abrió y apareció él, tan pijo como siempre, con el casco enganchado a su brazo. Llevaba un vaquero clarito, con una camisa blanca de marca, obviamente, abierta por el pecho, tres botones exactamente. Llevaba sus gafas Ray-Ban doradas. Era el típico chico pijito popular del colegio. Siempre iba guapo, siempre.
-- Hola. – fui a levantarme para darle dos besos, pero se sentó rápidamente sin articular palabra.
-- Bueno, dime que quieres que tengo cosas que hacer.
-- Quiero que si puede ser, seas un poquito más simpático conmigo.
-- No te lo mereces.
-- ¿Me estás vacilando Lucas?.
-- No, tú me has vacilado a mí.
-- Yo no te he vacilado, no te hagas la víctima.
-- ¿Ah no?, ¿con quién me besé entonces?, ¿con Casper?...
-- ¡Conmigo, si!. – Lucas miró a su alrededor, había gritado un poquito más de lo normal. Frunció el ceño, era de las personas que no les gustaba llamar la atención en público. – ¿Lo siento, vale?.
-- No te perdono.
-- ¡¿Quieres no ser infantil?!.
-- A ver Gia, ¿puedes entender que me has mareado?.
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Agárrame fuerte (2)
RomantikSEGUNDA PARTE DE LA BILOGÍA AGARRADOS. Gia y Oliver decidieron separar sus caminos, con lo que no contaban era con la fuerza del destino. Otro verano lleno de amor y locura, pero esta vez ella estará acompañada de sus mejores amigas. Ninguno lo sabe...