Siempre quise negarlo, nunca quise barajar la idea de que Derek sí pudiera llegar a ser mi hermano. ¿Estábamos locos?, eso era imposible. Me había criado con mi madre, los dos solos. Bueno, y mis abuelos, pero principalmente con mi madre. Había tenido una infancia humilde, pero de diez. Había vivido feliz, tranquilo, enamorado de una niña madrileña que me hacía sonreír como nadie, odiando toda la vida a una persona con todas mis fuerzas. ¿Y ahora resultaba que esa persona era de mi sangre?. ¿Derek mi hermano?...
No había dudas. Gia dio con el papel que buscábamos. Era la partida de nacimiento donde en efecto confirmaba que Derek, o mejor dicho, Leonardo, era mi hermano. Ese era el nombre con el que aparecía ese bebé. Por supuesto, luego le cambiaron el nombre.
En cuanto mi madre entró por la puerta junto a Evan quise morirme. Me empecé a arrepentir de haber hecho todo eso, de haber buscado la verdad y haberla encontrado. Prometí a mi madre no hacerlo, y ahí estaba, con el papel donde se descubría la verdad, entre mis manos.
Fui escaleras arriba, detrás de ella, tenía que explicárselo.
-- Mamá, por favor, déjame explicártelo.
-- Hijo, ¿cómo te explico que lo que has hecho es muy peligroso?.
-- ¿Eso es lo que te preocupa?.
-- ¡Claro!. Sandro murió. Bueno no, ¡a Sandro lo mataron!.
-- Lo sé mamá, ¡y sé quién!.
-- Todos lo sabemos cariño. – mi madre se sentó en el borde de su cama. Y se frotó la cara con sus manos.
-- ¿Sabéis quién mató a Sandro y no habéis hecho nada?.
-- No es tan fácil hijo, ¡esa gente es peligrosa!.
-- Esa gente se cree que es peligrosa.
-- ¡Oliver, por favor!.
-- Mamá, lo he conseguido, el papel. Ya está.
-- ¿Cómo lo has conseg...?. Bueno, mejor no me lo digas, prefiero no saberlo.
-- Mamá, por favor. Tienes que entenderme.
-- ¿Qué quieres que entienda Oliver?, que te has jugado la vida, ¡la vida!, ¡el único hijo que tengo se ha jugado la vida!, por conseguir algo que teníamos superado.
-- Dejar de pensar en ello no significa superarlo. – fui un poco duro con mis palabras, pero era la verdad. Mi madre rompió a llorar entre sus manos, y la abracé contra mi pecho. – Tienes que leerlo.
-- No sé si puedo.
-- Sandro querría que lo hicieras. – le ofrecí el papel, doblado, y lo agarro entre sus manos, observándolo sin abrirlo.
-- No te imaginas cuánto luchó por conseguir esto.
-- Y lo consiguió, pero no llegó a mostrártelo.
-- ¿Sandro consiguió este papel?.
-- Si, mamá... Sandro consiguió averiguar la verdad, pero de camino a casa le atropellaron, para hacerse con eso.
-- No me lo puedo creer...
-- Prométeme que nadie sabe que lo tenemos.
-- Te lo prometo. -- nos quedamos en silencio durante largos segundos.
-- ¿Quién te ha ayudado con todo esto?.
-- Gia.
-- Alguien más.
-- No, nadie.
-- No me mientas hijo...
-- Un detective... Sandro estuvo investigando todo esto con un detective. – mi madre se quedó sin palabras, abrió los ojos sorprendida. Obviamente a Marcos no lo iba ni a nombrar.
-- No sé qué decir...
-- Que da igual quién me haya ayudado. Lo tenemos, y creo que es hora de que lo leas.
Mi madre asintió con la cabeza, y comenzó a abrir el papel, despacio. Suspiró fuerte, y vi cómo sus manos se tensaban, y de sus ojos comenzaban a caer lágrimas. La abracé fuerte, y se rompió por completo. Mi madre estaba rota, lloraba desconsoladamente, y yo me sentía muy culpable. No podía ver a mi madre llorar, no podía. Necesitaba soltarlo todo, llorar, soltar hasta la última lágrima que tenía dentro, pero os prometo que yo no podía seguir viéndola así. La ayude a tumbarse en la cama, tapándola con una manta. Y salí de aquella habitación despacio, aún escuchando a mi madre llorar. Tenía que asimilarlo, su hijo estaba vivo.
Evan subió rápidamente las escaleras para ir con ella. Iba a estar bien, era mejor que estuviera con él, y ambos hablaran de la situación. Él amaba a mi madre, lo sabía, al igual que sabía cómo cuidarla.
Mi cabeza ahora mismo era un puto caos, en otro momento de mi vida hubiera deseado desaparecer de la faz de la tierra, pero ahora no podía, ahora estaba ella. Mi luz en la oscuridad, mi suerte hecha persona. La única persona que me ha enseñado lo que es el amor, y me ha demostrado que la vida es bonita si estamos juntos.
Y ahí estábamos, a tan solo una semana de decidir qué iba a ser de nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Agárrame fuerte (2)
RomanceSEGUNDA PARTE DE LA BILOGÍA AGARRADOS. Gia y Oliver decidieron separar sus caminos, con lo que no contaban era con la fuerza del destino. Otro verano lleno de amor y locura, pero esta vez ella estará acompañada de sus mejores amigas. Ninguno lo sabe...