ʟᴏᴠᴇʟʏ ʟᴏᴠᴇ! [Quackity x Female!Oc]

53|Un Corazón Destrozado

Era increíble la forma en la que algo tan pequeño podía tener tanta energía. No importaba que hicieran, Thiago era mal educado, imperativo, grosero y mal criado. Ni Alex ni Mary sabían como hacer que se comportara, ya no podían salir sin que el pequeño se volviera un Chihuahua y empezara a correr por todos lados gritando y era estresante cuando era un niño que pasaba gran parte del tiempo enfermándose y teniendo que ir al hospital. El padre de este optó una vez por sentarlo en sus piernas y abrazarlo para disimuladamente tapar su boca cuando estaba en una sala de espera. Se vió obligado a hacer eso luego de que se le quedaran ambos celulares sin batería haciendo que Thiago se aburriera y empezara a querer tumbar una planta mientras gritaba. Sintió toda la vergüenza del mundo ese día porque no importaba qué hiciera o cómo lo regañara su hijo no se tranquilizaba.

Hace unos pocos días tuvieron que ir a la escuela del pequeño porque él decidió que era buena idea morder a otro niño. Mary pidió disculpas pero la madre del otro niño querían que Thiago le pidiera perdón a su niño. No hacía falta recalcar que el pequeño Maldonado no quería pedir perdón.

Esas y miles más de cosas les pasaba desde que Thiago comenzó a caminar y a hablar. Alex siempre era el que hacía el papel de papá malo porque a Mary no le salía ni un regaño por más pequeño que fuera. Esto hizo que su hijo se volviera más gruñón con su papá y que fuera corriendo a su mamá cuando el anterior le decía algo.

"Estás castigado." Le decía Alexis a su hijo cargándolo. "Estarás aquí hasta que reflexiones tus comportamientos." Dijo bajándolo dentro de un corral para bebés que había en la esquina de la sala.

"¡No!" Chillaba el pequeño pelinegro queriendo salir. "¡No quero!" Como niño con energía que era comenzó a escalar para poder salirse.

"¡Thiago!" Regañó su papá molesto y visiblemente frustrado. "¡Chingada madre contigo!"

"¡Tú no me quieres! ¡Tú quieres a Amy y a Alexie más que a mi!" Le gritó al pelinegro una vez salió de su corral.

Las palabras de su hijo le sorprendieron demasiado. Un niño de seis años no debería estar pensando así. "Eso no es cierto." Le respondía Alexis.

"Bebé, no digas eso.." añadió Mary mirándolos desde el sofá sentada. Había dejado de lado la revista de cocina que llevaba leyendo desde hace rato para poder darle atención a lo que sucedía.

"¡A ellas no las regañas y a mi siempre me gritas!" Chilló Thiago con sus mejillas rojas de lo mucho que estaba gritando. "A ellas siempre les hablas bonito y nunca les pides nada, a mí me pides demasiado!" Continuó hablando sorprendiendo a sus papás más de lo que estaban. Y eso era poco comparado a lo último que dijo. "¡Ojalá Adam no hubiera muerto para que tuvieras el hijo que quieres tener!" Y con eso último se fue corriendo a su habitación.

Marilyn abrió los ojos enormemente y se llevó una mano a la boca sorprendida e impactada por lo que acababan de escuchar. No podía creer que su hijo había dicho aquello. Cuando volteó para ver a su esposo se levantó rápidamente cuando vió que no sólo estaba igual de impactado que ella, sus ojos se comenzaban a poner brillosos y sus manos temblaban. Quiso ir a él para abrazarlo pero él la alejó enseñándole la palma de su mano negando para que no se acercara. Entendió que quería su espacio, así que ella se lo dió y se fue a la habitación de su hijo para ver como demonios iba a hacer entrar en razón a un niño salvaje de seis años.

El corazón de Alexis se encontraba destrozado. Se colocó ambas manos en sus caderas mirando a un punto fijo tratando de resistirse y no llorar. Lamentablemente iba perdiendo la batalla. Se llevó una mano a su rostro para limpiar rápidamente la humedad de sus ojos. Se mantuvo así en silencio por unos largos minutos hasta que sintió un golpe en su pierna. Cuando volteó a ver que era encontró a Alexa en su andadera de bebé mirándolo hacía arriba con sus ojitos oscuros.

"Hey.." saludó bajo el pelinegro para agacharse y cargarla con una pequeña sonrisa. "¿Qué pasa, Calabacita?" Susurró acariciándole la pancita con suavidad.

"Iiih." La bebé sonrió abrazándose de su papá con alegría mostrando sus pequeños dientecitos. Alexis sintió que su corazón se ablandaba con su abrazo y su sonrisita provocando que comenzara a llorar en silencio abrazando a su hija de regreso.

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