Capítulo 1: El mega DNU.

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Una notificación me entró a la casilla del mail, tenía sí o sí que poner fecha y hora para tratar el DNU. Para que lo den vuelta, mejor dicho. Solo podía preguntarme en ¿Por qué ahora? Mientras empinaba la copa de vino.

Envié el mail con fecha y hora mientras pensaba en la que se me iba a armar. Como si ya no tuviera suficiente con mis quilombos personales. Para colmo tampoco me quedaba mucho tiempo para negociar, ni podía aplazarlo para la semana siguiente porque sino me como un juicio político.

Se me iluminó la pantalla del celular.

Virginia: Pedí algo rico para comer, voy para allá. Yo llevo el vino.

Victoria: ¿No puede ser otro día? No puedo recibir gente hoy.

Virginia: Vicky dale, voy yo solamente. Y no te estoy preguntando si querés, te estoy diciendo que voy.

Escondí la botella vacía –una de las que me regalaron en Mendoza –, en el fondo del basurero. Pasé la rejilla por la mesa limpiando todo y pedí empanadas. Media docena dulces, tres de humita y tres de pollo. Finalmente me metí a la ducha para recibir acorde a mi querida hermanita.

Me peinaba cuando escuché el timbre de casa. Estaba del otro lado de la puerta con dos botellas de vino.

-Si te escriben desde mi casa estás enferma, ¿escuchaste?

-¿Por qué mentís para venir? Pasa. Algo leíste en Twitter, sino no estarías acá.

-Explícame bien lo de Guillermo, y qué tiene que ver María en todo esto.

-¿Por qué metes a Mari en eso? Vos ya sabés bien que eso de tener a Guillermo de mascota atrás mío me cansaba. –Le abrí al delivery mientras ella descorchaba la primera botella de vino. –Y este último tiempo estaba re posesivo. Me cansé de estar con él solo porque papá lo quería. Aproveché que se encachiló con una pendeja, me hice la dolida cuando me enteré y listo.

-Pero si es él el que tira indirectas de dolido. ¿No será que sos vos la que lo gorreó con Mari? ¿Es en serio que te la andás garchando de nuevo, Victoria?

-¿Qué? No, no Virgi, eso fue hace muchísimo. ¿Vos te pensás que con todo lo que pasó a raíz de eso volvería con ella? ¿Sabés qué? Hace lo que quieras, si me querés creer, creeme y sino ándate.

-¡Vicky! ¿Cómo vas a comer? Hay que rezar primero. –Ya tenía la empanada en la boca.

- Uh, bueno, perdón. No me di cuenta.

-Además se te están subiendo mucho los humitos, tranquilízate porque te pregunté solamente.

Dimos gracias a Dios por la comida, y Virginia siguió hablando de otras cosas. Mi cabeza viajaba sin prestarle atención.

Las preocupaciones me cegaban, tarde o temprano se va a enterar, y se va a enojar, por más de que no es mi culpa y yo espero que la hermana no le haya lavado la cabeza lo suficiente para comprenderlo.

-Vicky, ¿me estás prestando atención?

-Estoy en otra. Tengo cosas del trabajo en mente, Virgi.

-No es el trabajo, es el jefe.

-Yo soy mi jefa. Aunque trabaje para el pueblo.

Me entró la llamada en ese momento. La concha de su hermana.

-Victoria, ¿por qué mierda ahora? Me tendrías que haber avisado, y sobre todo haber hecho lo que yo te dije.

-Hice lo que corresponde, lo tengo que tratar sí o sí. Ahora que se acuerdan de la constitución, hay que hacer las cosas como se deben. ¿Qué esperabas? ¿Qué me comiera un juicio?

La fórmula para presidir tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora