Capítulo 16: Un chico en casa.

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Ayer salí a comprar galletitas y golosinas que le gustan a Luchy, así salimos de acá lo menos posible. Javier estuvo adelantando trabajo, también, así puede dedicarse plenamente a nuestra visita. Aunque esté la cena ésta el sábado, igual, no tiene fines laborales y de paso, Lu nos entretiene a la nena de Macri. Se llevarán unos cuantos años, pero jugar, pueden jugar igual.

Eran cerca de las cinco, Javi me avisó que venía en camino y Luciano me manda un audio desde el celular de mi hermana diciendo que recién salía de la escuela, estaba viniendo. Así que me puse a preparar la merienda.

Llegaron los dos autos prácticamente al mismo tiempo.

Javi se baja y lo abraza fuerte, lo levanta y lo trae a cocochito mientras que Virginia le bajaba las cosas del auto.

Me abraza, bajándose de los hombros de su tío Javo y me da un beso. Virginia llegaba justo con un bolso grandecito y la mochila del colegio.

-¿Por qué no les contás la cagada que te mandaste hoy en el colegio? Dale. –Virginia metía leña en el fuego.

-¿Qué pasó? –Cuestioné.

-La seño nos leyó un cuento de princesas y príncipes y esas boludeces. Y después nos pregunta si para nosotros el amor verdadero y los príncipes azules existen. Y yo dije que para mí, el mayor ejemplo de eso es la relación de mi tía Vicky y mi tío Javo.

-¿Y qué tiene de malo? –Preguntó mi príncipe azul. Me daba ternura todo esto.

-No sé, le conté a la mami y me retó.

-Los mandó al frente, ahora hay una maestra y familias que se van a enterar.

-¿Y? Yo iba a contar cuando vuelva al senado la semana que viene. Tampoco es tanto que se enteren un par desde antes.

-Vos ponete a pensar si van a creer algo de esa magnitud de la boca de un chico de su edad. –Agregó él.

-Bueno, podría ser. Pero ¿Cómo es eso de que volvés a trabajar? Yo a vos te dejé traerla para que la cuidaras. –Nos reprendió a los dos.

-¡Y me cuida! Pero tampoco puedo estar de licencia toda la vida. Y acá estoy más al pedo que bolsillo de manco.

-Que el amiguito ese de La Pampa con el que jugás al padel. –Dijo y los dos se tentaron.

-¡Javier! No seas así.

-Bueno, te podés ir ya mami, nos vemos el lunes. –Agregó mi sobrino.

-Yo no te la puedo creer, ¿quién te crees para echarme?

Virgi se fue después de cagarlo a pedos. Nos metimos adentro y nos dirigimos hacia la pieza de invitados que yo estuve acondicionando estos días.

Se sacó el uniforme y nos fuimos a merendar los tres mientras nos contaba cómo le había ido, y algunas cositas más.

Después se puso a hacer la tarea, Javi lo ayudó un poco. Pero esa ayuda fue más bien una distracción. Así que tuve que retarlos un par de veces para que se pusieran a terminar las cosas.

Terminaron y se fueron a pelotear por ahí, yo me fui a pasear, a ver las plantitas. Pero los gritos de aquellos no me dejaban relajarme, así que me fui adentro a buscarles una campera para Luchy y agua.

-¡Vicky, sacanos una foto cuando se la ataje! –Javi se vuelve un nene cuando tiene una pelota al frente.

-Bueno, mi amor, bueno. Lu, vení a ponerte la campera. –Lo veo que viene corriendo, estaba re transpirado, al lado de las orejas tenía las marcas de las gotas de sudor y tierra. –Estás agitado, ¿querés agua?

La fórmula para presidir tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora