Capítulo 18: Cama con pelos.

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Qué días más agotadores. Horas de viaje, foros empresariales, las exposiciones para el G7. Y Meloni.

El miércoles a la noche volvimos de unas reuniones con empresarios, cené con Kari. Y cada uno se metió en su habitación. Yo me metí a bañar, y me puse a charlar con Vicky que recién llegaba del senado, por teléfono. Sabía de la sesión, lo que no me imaginaba que Luchy había estado allá, con ella.

Entre comentarios de cómo nos fue en el día, chistes con los que busca tapar los celos que le tiene a Meloni, y alguna que otra amenaza o promesa de sexo anal potente a mi regreso, llegó la medianoche acá y las siete de la tarde allá. Y bueno, nos tocó despedirnos porque tengo que dormir.

Todavía estaba en bata, cuando me tocan la puerta. Pensé que era Kari que necesitaba algo, así que abrí un poco la puerta sin fijarme quien estaba del otro lado. Y no era mi hermana. Esto, ya era una situación incómoda.

-Presidente Meloni, qué raro verla acá a estas horas. Espéreme un ratito, me visto y la recibo.

-Para usted Giorgia, Javier. –Uno la ve petiza, flaquita y se piensa que mucha fuerza no tiene, pero empujó la puerta y se metió. –No me parece que esté mal vestido, pero desvestido sería lo ideal.

-No me parece una visita oportuna, ni con fines diplomáticos. Digamos, me gustaría que se retire. –Busqué irme para el lado del baño.

-Sh, tranquilo bellísimo, cuore mío. –Me acorraló, sentía su aliento en mi cuello.

Los nervios me paralizaron. No era una situación erótica, era incómoda. Me sentía vulnerable, lo que fue un gravísimo error ya que al no ofrecer resistencia sus toques eran cada vez mayores.

-No. Por favor le pido que se retire. Estoy felizmente en pareja con Victoria, no voy a rebajarme a hacer algo así. Yo la amo a ella. –Dije firme, por fin.

-Ella no está acá, no tiene por qué enterarse. Todos tenemos nuestras necesidades, Javier. Relájate. –Se agachó abriendo paso entre mi bata.

-¡No! –Dije firme, corriéndola. –Yo no pienso hacer nada, no voy a poner a mi familia en peligro por una calentura ajena. –Me miró seria tras no haber cumplido su objetivo.

-Aquí, y casi diría que a nivel mundial, yo soy más poderosa. Puedo distorsionar la verdad, y no solo te quedas sin mujer, te quedas sin reputación. –La miré, ¿era posta esto? –Excepto, que mañana cenemos en casa. tranquilo, con mi hija.

-Y mi hermana.

-Sin hermana. –No había trato, por lo menos de mi parte. –No es juego. Mañana a las ocho, o los medios se van a enterar.

Se fue, arreglándose la ropa.

¿Qué tenía que hacer? ¿Decirle a Vicky o esconderle el disgusto? Algún plan tengo que desarrollar, mañana lo voy a hablar con Karina. Por ahora, me voy a dormir.

Karina no podía creer lo que le decía, y el cinismo con el que se manejaba en la reunión. Obviamente que desarrollamos un plan.

Marra me iba a llamar, diciéndome que a Vicky le había pasado algo y qué se yo, iremos improvisando sobre la marcha.

Dicho y hecho. Pasé treinta o treinta y cinco minutos sentado con Meloni que me insinuaba y la hija. Entonces Ramiro me llama.

-Marra, ¿qué pasó?

-Javi, no te preocupes. –Subí el volumen para que la rubia escuche.

-¿Qué pasó, Ramiro?

-Tranquilízate, no es tan grave como suena.

La fórmula para presidir tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora