Capítulo 33: Excepciones.

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Las semanas pasan, la espera se hace eterna y además de la impaciencia de querer tenerlos con nosotros, está la incertidumbre de esperar que todo salga bien.

Esto implica mucha más paciencia, y muchos más besos. Y también hay trabajo acumulado, que en algún momento delegaré. Quiero aprovechar estas últimas semanas, porque Vicky no se va a embarazar de nuevo. Tampoco sé qué tantas ganas tengo de volver a pasar por esto. A ver, los primeros meses fueron hermosos. Pero desde que empezaron a moverse, la cosa ya no es tan linda. Cada día me impresionan más, la forma en la que se deforma la panza ante cada patada, cada quejido de dolor que sale de Victoria ante esto, me hace sentir un poco de culpa.

Ahora estoy más tiempo en la cama, derivé la oficina para allá, así ella no pasa tanto tiempo sola. Igual es más el tiempo que está meando en el baño que el que está en la cama. Casi diría que su rutina se basa en dormir, quejarse de la acidez, comer y hacer pis.

Los cuatro estamos aumentando de peso, también. Es que a estas alturas más que comer y ver series, otra cosa no se puede hacer, y bueno, le estamos entrando lindo a la panificación y a los inventos de mi hermana.

Martín no está tanto tiempo acá. Hace quince días que se mudó con nosotros, y casi que lo vemos en el desayuno y a la noche solamente. Pasa muchísimo tiempo en River, va al psicólogo y se junta con los amigos. No está casi nunca acá, pero cuando está, está al lado de Victoria, o peloteando en el patio.

Todo este tema de que se supo que es hijo de Vicky, lo angustió un poco. No por el hecho en sí, sino por los memes y comentarios que lee. Es más, hay uno que es una foto de Victoria con un pañuelo blanco en la cabeza, al lado de Hebe y Estela. Costó, pero entendió que él no tiene la culpa de nada de lo que pasó.

Unos cuchicheos me despertaron, no del todo, pero sí lo suficiente para tenerme alerta. No era solo Vicky, había una voz un poquito más gruesa, Tincho. Se mueve, y me empieza a despertar con besos. No con el matutino: Javi, tengo hambre. Recién ahí caí en el contexto espacio/tiempo. Y entendí los movimientos raros de mi hermana y cuñada de los últimos días.

Es domingo, mi primer día del padre.

Creo que nunca se me pasó por la cabeza que yo, podría ser celebrado en esta fecha. Tampoco me esperaba festejarlo este año, pero acá estoy, despertando con los besos de la mujer que amo, con mi nuevo compañero de cagadas saludándome y entregándome una bolsita de Bando, y con mis dos chiquitos pateando desde adentro de su mamá. ¿Puedo ser más feliz? Imposible.

El desayuno también me esperaba en la mesita de luz, pero para nosotros dos solamente. Con Martín, Santiago y Manuel anoche estuvimos jugando a la play hasta las cuatro de la mañana, así que después de saludarme, se fue a dormir. Vicky no está muy al tanto de eso.

Karina barajeó la opción de que fuéramos a comer con mis viejos, pero no me pareció convincente. El planazo fue estar toda la mañana en la cama, hablándole a la panza y comer con mi pequeña gran familia al mediodía. Tincho se encargó de cocinar, él preparó las pizzas.

Vicky subió dos fotos a Instagram, y un video. Una foto de cuando la panza era más chica, y estábamos tirados los dos en el pasto, yo abrazando la panza, Vicky acariciando a Milton. La otra con Tincho, asando el finde pasado. Y el video, era hablándole a la panza, los bebus no se quedaban quietos.

Porque haberte elegido para emprender este camino, porque sabés cómo ser diferente a lo que te enseñaron, porque amás, indiferentemente de la sangre o el tiempo, por tu atención e ilusión. Tengo tantas razones para decir que sos el mejor papá del mundo. Feliz primer día del padre, mi amor.

A la tardecita llegó Santi con los chicos y la fea. Antes de que lleguen me pegué un baño, estrenando la campera de cuero, las zapatillas y el Sauvage que me regalaron. Al pedo estrenar perfume, si con Santi nos llenamos de humo.

La fórmula para presidir tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora