Capítulo 21: Oferta de pañales.

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El desayuno empezó con una larga charla sobre puntos y condiciones que pusimos para llevar el embarazo en secreto, la mayor parte posible. La primera condición es que el tema no se difunda más allá de los familiares más cercanos.

Después cada uno nos pusimos a trabajar, yo me fui al senado, él se quedó en Olivos. Hasta eso de las once de la mañana.

Javi me pasó a buscar, y juntos fuimos a la clínica. Entramos por atrás, claramente y usando las influencias para que nadie nos vea.

La cuestión es que entramos, la doctora preguntó por náuseas, mareos, cosas de rutina. Me dio unos medicamentos para eso y me hizo recostar en la camilla. Le apreté fuerte la mano a Javier al sentir el gel helado en contacto con la piel.

Los ojos de la doctora no se despegaban de la pantalla, pero no hablaba.

-¿Está todo bien? –Quizás él estaba más preocupado que yo.

-Sí, a ver. Puede que haya un error.

-¿Cómo que un error? –Me estaban dando ganas de llorar ya.

-¿Ustedes, decidieron tener dos o fue un error?

-¡¿Cómo que dos?! ¡Javier!

-¿En serio son dos? Mi amor, ¡vamos a poder armar un equipo de fútbol cinco con tus sobrinos! –Me dio un beso en la frente. –Te amo mi amor.

-Bueno, tengo que pedirles perdón. El chico que la inseminó es practicante y no tuvo la noción de preguntar esos datos, que no son menores.

-Pero si nosotros le dijimos que insemine cualquiera, que iba a ser lo que tenía que ser. Y si son dos, es porque tenían que ser dos.

-Esto implica cuidados especiales durante todo el embarazo, no sé si está consciente de eso, Victoria.

-De estarlo estoy, yo creo que vamos a poder con todo esto lo dos. –Nos agarramos de las manos.

-Entonces felicitaciones, son dos criaturitas.

-¿Se puede saber qué son? –Preguntó Javi mientras nos imprimían las ecografías.

-Eso ahora no, se podía determinar antes de inseminar. La próxima oportunidad en la ecografía de los cinco meses. ¿Tienen alguna otra duda?

-Sí, me da un poco de vergüenza, pero a la duda la tengo. –Me estaba muriendo de vergüenza. –Nosotros, durante el embarazo, ¿podemos tener relaciones?

-Sí, los bebés no corren riesgo de nada, quédense tranquilos.

-Golosa. –Me susurró en el oído, para después besarme.

Me habría vuelto a Olivos con  él y nuestros hijitos, pero me tenía que volver al senado. Hoy hay sesión. Una de las últimas de este año.

Javi me dejó en la puerta, le di un beso y me fui para el despacho a terminar de prepararme, faltan dos horas para que empiece la guerra.

Cerré la puerta del despacho y me la abrieron enseguida. Primero pensé que era Javito, después me di cuenta que era Guada.

-¿En qué andás vos? Hace quince minutos que te busco.

-Me pasó a buscar Milei, por un trámite.

-Sí, sí, te creo. ¿Incluía preservativos el trámite? –Nos reíamos a carcajadas.

-Bueno, te voy a decir la verdad. Pero no podés decir absolutamente a nadie,  porque ni Vir lo sabe.

-¿Qué hiciste?

-Esperá. –En el mientras, buscaba las ecografías, y se las di.

-Victoria, ¿en serio? Esperá, ¿cómo no le dijiste a Virginia que estás embarazada?

La fórmula para presidir tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora