Capítulo 40: Cuello morado.

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Un amigo de Tincho cumplió años. Iban a festejar saliendo a un boliche. Me imaginé yo que era una matiné, y que a lo sumo iba a volver a eso de las dos. Pero no, salían con Valentina incluso.

Ahí me di cuenta que iba a ser un quilombo bárbaro eso. Y que iba a haber que mentir. Para colmo, me tocó hacer todo a mí, desde convencerla a Victoria para que lo deje ir, hasta dejarlos a una cuadra del boliche. Ocho pendejos tenía adentro de la chata, no sé cómo hicieron para entrar.

Tincho se estaba por bajar. Me hizo una seña con los dedos para que le diera más plata.

- ¿Treinta te alcanza?

- Y cinco, por si cazo alguna minita para pagarle la jarra. –Lo miré y se largó a reír. Conté cinco billetes más. Abrió la billetera de él, y tenía como treinta mil pesos ya.

- Escúchame, cualquier cosa que pase, no se te vaya a ocurrir llamar a tu mamá, Martín.

- ¿Te pensás que soy boludo yo? ¿Te vas a quedar despierto?

- Despierto no, pero llamame a mí, que voy a tener el celular al lado. Otra cosa, a tu tía tampoco porque le va a decir algo a tu mamá.

- Sí, pa. Ya sé.

- Bueno, pórtate bien y disfrutá.

No pegué casi un ojo en toda la noche. O bueno, más o menos hasta las seis y cuarto. Antes, en realidad.

Me suena el teléfono, pego un salto en la cama, atiendo y me encierro en el baño.

- Pa, Papi, Papucho.

- ¿Qué hiciste Tin?

- Hola tío Javo. –Se escuchaba a Valentina de fondo.

- El papá de Lucas se durmió. ¿Vos nos podés venir a buscar?

- ¿Ahora?

- Y, capaz que sí. Pasa que a mí me está doliendo la pata ya. Pero igual, estamos yendo al Mc. ¿Viste el que está cerca de donde nos dejaste? Bueno, a ese.

- Dale, en un ratito estoy allá.

Al lado del Mc Donald había un edificio con unos canteritos llenos plantas. Ahí estaban, los ocho y un par más. Medio como que rodeaban a alguien. Cuando me bajé, vi que rodeaban a mi sobrina, y le sobaban la espalda mientras lanzaba en el cantero. Me dio asco hasta a mí.

- Todos no entran en la camioneta, y a la que lanza no la llevo.

- Sos forro vos, eh. Ya te voy a acusar con mi ma. –Empezó a lanzar de nuevo, ni terminó la frase.

- Igual nosotros tenemos un Uber reservado. Estábamos esperando que vinieran a buscar a los peques. –Dijo una de las chicas.

- Sobre que te cuido a la criatura, me venís a tratar mal.

- Valentina, a vos te van a tener que poner un corcho en la jeta para que dejes de vomitar. Vamos subiendo, che.

- Para, te quiero contar lo que me hizo. –Empezó Tincho, también bastante picado. –Lo charló al DJ para que pusieran la chacarera esa del rengo. Me hicieron un bullying ahí adentro. Para colmo me duele la pata. –Todos nos cagábamos de risa.

- ¿Vos qué te pensás que te va a decir tu mamá cuando mañana te quejes de la pierna?

- Soy fiestero, no boludo. No le voy a decir nada.

- Ahora te quejás, pero del pisotón no.

- Enzo, cállate. –Aproveché el semáforo en rojo para mirarlo. –Pasa que, una de las minitas que me comí, me pisó.

La fórmula para presidir tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora