Es y ha sido surrealista. Que Rosé haya mandado a uno de sus «lacayos» a comprar un casco para Lisa. y no uno cualquiera. pero lo más asombroso es que se lo hayan traído en menos de quince minutos y que, hayamos salido por la puerta, con los cascos puestos, como si nada.
El rostro de Rosé estaba descompuesto cuando dejamos la habitación. Cree que voy a tener un accidente o algo. Pero conduzco bien. En serio. Y no ha habido ningún problema.
Si alguien me hubiera dicho hace una semana que estaría llevando de paquete a una estrella internacional de la música, le hubiese dicho que me diera de la droga que se estaba tomando porque yo también quería. Sin embargo, Lisa va sujeta a los agarres traseros de mi motocicleta. Le había dicho que me agarrara o que se sujetara a mi chaqueta, pero no le hizo gracia. Se siente más segura, supongo, amarrándose a los reposamanos metálicos que hay en los costados del asiento.
No hemos hablado de nada. Ni siquiera he cruzado una palabra aparte de «vámonos» y «no te han reconocido». ¿Y ella? nada, hizo como si no me hubiera oido.
Llegamos casi en nada al hostal de los amigos de mis padres, los Choi. El Refugio.
Cuando estaciono la moto y bajamos de ella, Lisa no se saca el casco. Yo miro a todos lados y me saco el mío.
—No hay moros en la costa —le informo—. Aquí la gente no está mirando a ver si se cruza con la Reina Abeja.
Ella me lanza una mirada velada a través de la visera.
—Entremos —me contesta.
Asiento sin más. Hemos aparcado justo en la puerta del edificio que a simple vista es una fachada normal y corriente. Le doy al timbre metálico y me contesta la señora Choi.
—Señora Choi, hola. Soy la hija de los Kim. Hemos hablado hace un rato.
—Ah, sí, Jennie. Sube, cariño.
Abre la puerta desde arriba, y nosotras entramos en la escalera y subimos una planta andando. No hay ascensor. Pero no importa, porque es solo un primer piso.
La puerta del Refugio, que es como la de una vivienda normal, se abre y nos muestra a la señora Choi. Una mujer adorable que aparenta una década menos de la edad que tiene. Es chiquita, tiene el pelo blanco y corto, los ojos oscuros, gafas de gata de pasta negra y unos pendientes dorados y circulares del tamaño de un céntimo que le cuelgan de los lóbulos de las orejas. Viste con una camiseta de manga corta de color rojo, un pantalón negro y unas victoria negras de señora mayor. Me sonrío, porque a mi abuela también le gustaban mucho.
—¿Jennie?
La mujer me da la bienvenida acunando mi cara y sonriéndome con cariño.
—Madre mía, pequeña, estás preciosa —se aparta para verme bien, de arriba abajo—. No te veía desde el fin de semana que viniste con tu novio y...
—Eh, sí, muy bien —la corto rápidamente—. Ya no es mi novio.
—¿El chico ese alto y rubio, tan guapo, no es tu novio ya?
—Eh, no, ese no era mi novio. —me río
La señora Choi se echa a reír y me da una palmadita en la mano.
—Sigues igual de graciosa. Entonces, ¿no era tu novio?
—No lo fue nunca —sonrío con nervios—. Solo era un amigo —mierda. La señora Choi sabe perfectamente que ese chico era solo un ligue, pero le encanta bromear. Tiene un espíritu muy joven.
Utilicé El Refugio una vez para acostarme con un chico de intercambio en mi Primer año... Sí, fue un maldito error de cálculo. Menos mal que los Choi son discretos de verdad.
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MY ONLY WISH | JENLISA
FanfictionUna cantante desconfiada, una compositora confundida y una canción que las llevará a conocerse muy profundamente. Esta historia las llevará a amar y a odiar a Lisa y Jennie mientras se descubren mutuamente en una trama divertida, dramática y un poqu...