Capitulo 22

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Quiero sorprenderla. Ella no tiene ni idea de a dónde vamos. Yo sí, aunque nunca he estado. Me ha ayudado Irene a hacer la reserva. Ella conoce a uno de los gerentes del local dado que le llevó un evento. Y nos ha conseguido mesa y además, una atención personalizada y discreta.

Aparcamos la moto en la acera, y Lisa mira el lugar.

—Dans le Noir... —lee lo que pone en el rótulo del edificio y en los cristales exteriores.

—¿Lo conoces? —le pregunto.

—Sé que hay uno en Seúl, pero nunca he entrado a cenar.

Yo me quito el casco y sonrío.

—Pues ya somos dos. Va a ser una experiencia nueva.

Lisa se sube la visera y me lanza una de sus miradas provocadoras.

—La experiencia es verte llevar una moto vestida así.

Yo entreabro la boca, y no sé ni qué contestar. No sé si piropean así todas las mujeres o solo ella, pero es cien mil veces más descarada que un hombre. Aunque lo hace con elegancia y con gracia, y así es imposible que nada de lo que diga me ofenda.

Ella camina detrás de mí y se quita el casco. Veo a través del cristal del local cubierto por unas cortinas, cómo se sacude la melena leonina y cómo vuelve a sonreírme a través del reflejo.

No soy de las que se queda embobada por la belleza de las féminas. Si hay una chica guapa, nunca me ha importado decirlo, porque me encanta la belleza de las demás. Pero lo de Lisa no es solo belleza... es algo más. Su apariencia y su incuestionable apostura está potenciada por su aplastante seguridad y su indudable ascendencia y dominación en los demás.

Cuando entramos en el restaurante un invidente moreno con rostro afable nos recibe. Se llama Minjo. Le doy mi nombre y sonríe para contestarme:

—La esperábamos. Es la amiga de la señorita Irene.

—Sí —contesto.

—Viene con acompañante. —No es una pregunta. Aunque no ve a Lisa, ya sabe que he reservado para dos.

—Así es. La señorita Lili.

—Lili. Un placer —dice Minjo con una educación exquisita.

—Igualmente —contesta Lisa llena de curiosidad por el sitio y sus camareros.

Minjo se da la vuelta y me pide que me coja a sus hombros, que nos va a guiar hasta nuestra mesa.

Yo tomo un hombro de Minjo, y miro a Lisa por encima del mío para ofrecerle mi mano.

Ella no duda ni un segundo y me coge dos dedos con su índice y el corazón. Entrelazar nuestros dedos así hace que me suba ese gusanillo extraño desde el estómago al pecho.

—Hueles tan bien —me dice al oído—. Como a fresa. Tu pelo huele a fresa.

Es como si a ella se le hubiera caído un velo y se le hubiesen pasado todas las reservas sobre mí, y ahora va lanzada a por lo que quiere. Y es avasalladora de un modo que te hace querer más y que no me atrevería a cortar jamás.

Yo cierro los ojos, y sonrío para mí misma.

—Tú también hueles bien —contesto.

Ella presiona mis dedos levemente.

Dios, estoy perdida.

Acto seguido, Minjo nos lleva a través de un pasillo sin nada de luz que conecta con el salón donde hay más comensales en otras mesas que somos incapaces de ver.

MY ONLY WISH | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora