Capítulo 20

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Al día siguiente

Me he llevado a Seúl varias cosas. La confianza de que puedo contar con mi primo Ricky para todo. Nuestra despedida ha sido bastante triste. Él tomaba un vuelo que lo llevaba a uno de sus Resorts y yo volvía a mi casita. Hogar dulce hogar. Ayer por la noche me sentí muy fuera de sitio y estar de nuevo en mi salón es reconfortante.

También me he traído muchos contactos. Artistas que querían escuchar alguna propuesta mía para cantarla ellos, como se suele hacer. Creo que Taehyung me hubiese venido bien para hablar con ellos de negocios, pero para ser la primera toma de contacto no estuvo mal. Yo ni negué ni confirmé ninguna colaboración. Hice agenda, como me aconsejó Rosé. Creo que no me faltó nadie por saludar.

Pero también me llevo una decepción. ¿Creen que Lisa se acercó a mí para disculparse por su actitud o para hablarme de cualquier cosa? No. Solo me dirigía miradas furtivas, como si necesitara saber dónde estaba en todo momento y le molestara que tuviera la atención de tantos intérpretes masculinos. Pero ella, en cambio, siempre estuvo acompañada por Sorn, como si fueran un paquete qué venía junto. ¿Creen que habló conmigo de la posibilidad de que mi canción fuera un dueto? ¿O de excusarse por no salir públicamente a decir que nuestro episodio con los atracadores no fue como lo cuentan en la prensa?

Pues no. No hizo nada de eso.

Y a pesar de estar rodeada de gente, y de mi primo y de tener la complicidad continua de Rosé, me sentí sola y dejada de lado. Me sentí abandonada por ella. Claramente, tengo una enfermedad. Tengo Lisitis Manobalica. Y me voy a encargar de curarme y de sanar.

Ahora son las doce del mediodía del sábado y estoy en mi salón, limpiando y ordenando la librería. Cuando llegué me quité mi esmoquin que tanto llamó la atención y me puse ropa más cómoda.

Mis sandalias, unas Reebok Classic blancas y una camiseta negra de manga corta.

Ya he hablado con mi madre nada más llegar. Porque me ha llamado, por supuesto. Quería saber cómo me había ido en Macao. Y yo le he hablado de solo lo bueno.

Lo que me está pasando con una chica no se lo he dicho. Porque quiero que llegue a vieja. Estoy hecha polvo, pero tengo que mantener mi mente ocupada, así que me pongo a limpiar mi librero.

Limpio cada libro, uno a uno con un trapo suave. Soy de las que los ordena por colecciones y por tamaños y colores. Cuando uno ve mi librería piensa en las escalas del Pantone.

Me bajo de la escalera y casi tropiezo con la silla que hay al lado del mueblecito donde tengo mi tocadiscos retro y maletín. De la silla se cae un libro.

Es el de poesía que había estado leyendo Lisa cuando estuve con resaca.

Lo abro y me doy cuenta de que ha doblado la hoja que contiene la poesía de Mi alma no es cobarde por la esquina. ¡Y ha escrito algo a lápiz! Pero ¡qué atrevida! ¡Mis libros no se pintan, maldita! Y yo sin darme cuenta.

Ha hecho un dibujo, no ha dejado ningún mensaje. Una L y debajo de la L, un corazón. Como la carta de la Reina de Corazones. Se las sabe todas.

Cierro el libro y me llega el bajón de nuevo.

Conectar tanto con una persona para que después te ningunee así es muy decepcionante. Porque es muy difícil encajar y compartir tantos gustos y aficiones. Y si cuando se encuentra eso lo tiras a la basura, pues no me quedan muchas esperanzas ahora en la vida.

Sí, estoy dramatizando. Pero sé lo que me digo.
Dejo el libro de nuevo en la silla y me siento en el sofá, mirando a la librería y después a la cocina y a todo lo que me rodea... Voy a dejar de limpiar. Es solo una excusa para mantenerme ocupada. Mi casa está recogida y ordenada. Es suficiente.

MY ONLY WISH | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora