Epílogo

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Dos años después

Sentir el cielo despejado, junto al sol del este de Europa y la brisa del mar, es realmente una bendición. Más aún después de la locura que significó ser yo estos últimos años.

Ciertamente no esperé a que mi vida pasara del anonimato completo a ser prácticamente pública. Primero por la canción que nos llevó a Lisa y a mi a los picos más altos de los charts a nivel global. Después porque accedí a colaborar con algunos artistas y por fin mostrar mi música al mundo y finalmente, porque era el precio a pagar por ser la novia de la puta abeja reina de la industria musical mundial.

Recuerdo nuestra primera cita real como si fuera ayer. Lisa llegó con una sonrisa traviesa y un brillo en los ojos que me dejó sin aliento. Su confianza arrebatadora había vuelto, y mientras compartíamos un café caliente, empezamos a hablar sobre nuestras vidas desde que éramos pequeñas. Ella parecía divertirse con mis anécdotas y yo no pude hacer más que quedar embelesada por la ilusión con la que hablaba de su niñez. También me habló de su familia y de su mamá. Pude notar en su gesto cuanto la extrañaba y lo mucho que le había dolido no estar con ella cuando falleció.

Traté de consolarla como pude y sugerí caminar un poco. Al final llegamos otra vez al parque de diversiones y nos confundimos entre la gente, subiéndonos a tantos juegos como pudimos. Solo ahí supimos que al cumplir los 10 años habíamos coincidido ahí también, sin siquiera darnos cuenta y que teníamos más cosas en común de las que pensábamos.

En nuestra segunda cita, Lisa me sorprendió con un concierto improvisado en la escuela. Ese día me habían pedido salir por una diligencia urgente de la directora. La petición se me hizo extraña, pero cuando volví y la vi en el escenario, radiante y segura de sí misma, dedicándome cada canción con un guiño cómplice, mi corazón de derritió aun más. Sus gestos juguetones y su voz llenaron el aire, y en ese momento, supe que ya no había vuelta atrás. Yo tenia el corazón de pollo y esa abeja me lo estaba llenando de miel.

Pero fue mi instinto de auto preservación el que me hizo hacernos esperar un mes más. Un mes en el que estuvimos saliendo como adolescentes y no pasamos de besos pequeños y furtivos porque quería estar segura de que esta vez íbamos a hacer las cosas bien. Lisa nunca se quejó, salvo los pequeños pucheros que ponía en su rostro cuando detenía las cosas, porque sentía que podían escalar un poco más. Pero sabía que lo comprendía.

Cada día se encargó de llevarme un ramo de rosas de cada color que pudiera encontrar. Ya sea a la casa o a la escuela y ambos terminaron pareciendo una florería para la llegada de las vacaciones de invierno. Se mudó de nuevo al Refugio y aunque pasaba la mayor parte del día conmigo en mi casa, continuó usándolo cada noche solo para dormir.

Para navidad, ella me pidió ir con mi familia. Sabía que en ese momento no era tan querida del todo, después de lo que me había hecho pasar, pero quiso disculparse también con mis padres. Ellos la recibieron y oyeron cada una de sus disculpas, mirándome furtivamente para saber como estaba yo y al no encontrar ni un ápice de dolor, simplemente la abrazaron. Claro que después vino la advertencia de que si volvía a hacerme daño, ya no serían tan amables.

Ese mismo día también hicimos una video llamada con su padre. Aprovechamos y los presentamos a todos. Se cayeron bien de inmediato, tanto que en año nuevo nos invitaron a Tailandia para pasarlo todos juntos.

Y sí, fuimos. Y ahí debo decir que apenas reconocí el impacto de Lisa. Si en Corea la amaban, en su país la adoraban. La idolatraban. Literalmente. Su rostro estaba por todos lados, anuncios, carteles, marcas de todo tipo, incluso pasta de dientes. Era una locura.

Mientras caminábamos la vi observándome con mucho detenimiento, como evaluando mis expresiones ante todo eso, pero yo solo no podía dejar de sonreír. Me encantaba que ella tuviera ese lugar seguro y fuera amada de esa manera por su gente. Cuando se lo hice saber me abrazó y se rió y me confesó que tuvo miedo de que saliera corriendo, porque creyó que todo era demasiado.

MY ONLY WISH | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora