Capitulo 8

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La verdad es que Bambam me cae muy bien. Y si a eso le sumamos que es un sinvergüenza coqueto sin malicia, pues estoy pasando un buen rato. Lisa también es divertida y cuando se ríe lo hace mirándome, y de forma muy auténtica.

Ella también me cae bien, pero me da algo de recelo, No confío en ella aún.

Bambam dice que, extraña el mundo de la música, «Pecadores» le ha dado muchos contactos con gente muy famosa. El caer bien también puede llevarte a la cúspide, y él usa su carisma para eso. Ahí, en ese local, ha organizado fiestas privadas para artistas poderosos y de talla internacional.

Los contactos son poder.

Y Lisa le acaba de proponer que la fiesta del equipo de todo el programa de Festival se haga ahí.

A Bambam le parece bien todo. Llevamos dos horas sentados, han bebido un poquito, sobre todo él. Ella no se pasa de la raya, la verdad, y no ha mezclado en ningún momento. Pero me gusta observarlos y enterarme de sus cosas y sus experiencias. Me tratan como a una más. Y es tan extraño y reconfortante.

Pero Bambam es mucho más directo y más amable en sus preguntas hacia mí.

—¿Tienes más canciones compuestas, chica sexy?

—Sí.

—Pues sabes que las vas a vender todas, ¿verdad? —sus ojos son muy claros y la evidencia con la que afirma esa sentencia me parece hasta demencial.

—No creo —contesto—. Nadie las va a oír, porque son mías y no las enseño.

—¿Como has hecho con «My only wish»? —suelta Lisa, dejando su copa vacía encima de la mesa.

Es el modo en que me mira al hacerme esa pregunta lo que no me gusta del todo. Es como si me juzgara, como si eso no le gustara. No me cree.

—¿Perdón? —respondo un tanto violenta.

—A mí me parece bien —levanta las manos como si se defendiese—, pero una persona tan celosa de lo que hace, no entrega una canción tan personal para que ese tema lo cante todo el mundo. Digo —aclara.

Yo me quedo tan descolocada que no sé ni qué contestar.

—Bueno... ya está la preservadora de las cosas mágicas y la autenticidad —anuncia Bambam para romper la tensión—. Lisa es de las que cree que cuando uno tiene un tesoro y posee algo único no lo vende. Para ella, venderlo es venderse a sí mismo —me explica Bambam a modo de confidencia—. Pero no comprende que el alma es de uno, no del Diablo ni de Dios.

No obstante, a pesar de su defensa, yo me siento mal por cómo me ha juzgado con ese comentario. Ella no sabe nada de lo que ha pasado. Ni se imagina por qué la canción llegó a sus manos. Si hubiese sido por mí, nunca, bajo ningún concepto, la hubiese sacado del cajón.

Estoy tensa ahora mismo.

—Es algo que no entiendo —continúa ella con la lengua afilada. Parece que tenía ganas de decirme esto—. Tú me confundes. Pareces muy íntegra, muy sensible y una creadora de cosas especiales. Pero llega esa canción a mis manos, tan hermosa, tan personal... y entonces pienso que el dinero no debería poder comprar a las personas así, como te compró a ti. Era perfecta. No era vendible. No tenía precio. Y ahora es un producto excelente y potente. Pero un producto.

Bambam se pone serio y se posiciona a mi lado.

—Ese producto, como dices, va a hacer que Corea gane Festival de la Canción después de décadas de no hacerlo. Y eres tan afortunada que no has tenido ni que pelear por él. Ha caído en las manos adecuadas, y la buena de Rosie, que te adora, decidió pensar en ti automáticamente para que la interpretes. No seas tan desagradecida. Y tú —me sacude un poco el brazo—, defiéndete o esta se te subirá a la coronilla.

MY ONLY WISH | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora