Capitulo VI

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"Eso"

Tom Riddle

Pasó un día desde que hablé con Katherine en la cafetería. 

En la tarde estaba en el despacho revisando del departamento revisando algunas cosas que me enviaron desde Noruega. Pero deje un expediente de lado y revisé mi teléfono. Y nada. Lo deje otra vez boca abajo como había hecho las ultimas no sé cuantas veces a lo largo del día. 

No entendía porque, pero me sentía muy nervioso por la respuesta que fuera a enviarme. Me hice a la idea de que a lo mejor me diría algo como "No quiere saber nada ti. Vete." Entonces cumpliría mi palabra y me iría a Noruega otra vez para no volver. 

Pero una parte de mi trataba de imaginarse como sería en caso de que sea una respuesta contraría. 

Si... la niña quisiera conocerme... ¿sería capaz?. Aún no me hago a la idea de que tengo una... eso, ¿podría pararme frente a ella? ¿Qué le diría? "Hola, soy tu padre"

No. Definitivamente no. Vomitaría antes de usar esa palabra. 

¿Cómo me llamaría? Correría de inmediato si la escucho llamarme Pap... eso

Negué con la cabeza y me insulté a mi mismo por ponerme a pensar en estupideces como esa. Me excusaría diciendo que se debía a la tortuosa espera. 

Y entonces mi teléfono vibró sobre la pila de expedientes. Automáticamente giré la cabeza hacía el y mi cuerpo se tensó. Tragué saliva y me tarde más de lo necesario en tomarlo. Lo tomé como si se tratase de una bomba a punto de explotar, pero lo que estaba a punto de explotar era la vena de mi cuello gracias a mi pulso acelerado. 

Lo desbloqueé y se aceleró más ante la confirmación de quien se trataba.   

Katherine Page: Ya hable con Maddison. 

Faen... Sigue escribiendo, porque no todo en un solo texto y ya...

Katherine Page: Quiere conocerte. 

Faen, faen, faen... 

En mi pecho sentí algo que no supe reconocer que era. Releí el mensaje un par de veces más hasta que escuché la puerta abrirse. Sabía de quien se trataba, así que no me molesté en levantar la cabeza. Tomé cualquier papel mientras fingía que estaba concentrado en lo que decía y por el ruido supuse que se dejó caer sobre el sofá. 

—Por tu cara aún más horrible de lo normal —dijo y rodeé los ojos—, supongo que tienes noticias.

—¿No tienes más nada que hacer aparte de joderme la maldita existencia? Creí que dijiste que querías irte a Nueva York. 

—Eso fue antes de enterarme de que hay una mini versión tuya dando vuelta por Inglaterra y no teníamos ideas.

—Ese problema es mío. No te necesito aquí. 

—Claro que si me necesitas, hermano. De no ser por mi habrías salido corriendo al ver a Katherine a esconderte detrás del papeleo del Ministerio. Como siempre. 

No dije nada. Con el tiempo aprendí a ignorarlo.

Me quedé en silencio y deje el papel sobre la mesa para volver a tomar el teléfono y revisar el mensaje una vez más. 

Lo dedos me cosquillearon me deje llevar por el impulso de tocar su foto de perfil viéndola por primera vez de cerca. Instantáneamente una foto de Katherine junto a la niña ocupo toda la pantalla. Ambas sonreían, una frente a otra tocando sus narices. 

El Brillo de sus Ojos | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora