Capitulo XIV (pt. 2)

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Dancing with the Devil

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Dancing with the Devil

Trataba de lucir tan seria como pudiese para demostrar que no estaba para nada de acuerdo con eso. Que lo hacía solo por Maddison, aunque en mis adentros estuviese creando mi propio infierno solo por sentir el calor de su mano en la mía.

Riddle me guiaba por el medio de todo el salón sosteniendo mis dedos como si fuera lo más frágil hasta llegar a la pista de baile donde me dejo en la fila de mujeres que ya estaban acomodadas en sus lugares. Las mujeres formaban una fila y los hombres formaban otra frente a ellas.

Ahora el presentador estaba de pie al final de las filas y con un chasquido las luces se apagaron quedando encendida solo la que iluminaba la pista. Frente a nosotros se aparecieron unos antifaces negros que solo comenzaron a anudarse detrás de nuestras cabeza.

La mía era negra en punta, con detalles en dorado y en encaje. La de él era negra también, pero en detalles plateados.

Esto era demasiado...

Todo estaba en silencio y mis ojos se enfocaron en los de Tom a solo unos pasos de distancia. Él también había fijado sus ojos en los míos. Era como si ese azul grisáceo iluminara más la sala que la propia luz sobre nosotros.

¿Qué carajos estoy pensando?

Todo estaba en silenció hasta que la suave melodía de piano comenzó a sonar por todo el lugar.

Y empecemos.

Ambos comenzamos dando un paso hacía adelante sin apartar la mirada del otro. Una de los fines de estos bailes con mascaras es que son con el propósito de que no se aparte la mirada de la de tu pareja. Ignorar al resto y todo a tu alrededor para solo enfocarte en sus ojos. El negro de su antifaz hacía resaltar más el azul oscuro de sus ojos y su forma hacía remarcar aun más su marcada mandíbula...

Lo primero que se debía hacer antes, era presentarte educadamente con tu pareja. Una reverencia era lo ideal. Tomé los lados de mi vestido y me incline con un asentimiento de cabeza. Tom se llevó una mano a su abdomen y tan recto como él mismo se inclino hacía el frente con delicadeza y nos erguimos nuevamente.

Esto es absurdo...

El violín se sumo al ritmo y ambos dimos pasos hacía el frente encontrarnos en el medio, lo suficientemente para dar comienzo. Alzamos nuestras manos a la altura de nuestros rostros, con las muñecas enfrentadas y sin tocarnos comenzamos girar en nuestro espació sin apartar la mirada del otro. Sentía como si sus ojos quisieran agujerearme los míos atreves del antifaz.

Estoy segura que estar en una época y una realidad completamente alternativa, en la que esté baile sea nuestro primer encuentro y fuera la primera vez que mis ojos veían los suyos, me habría rendido por completo ante ellos, es increíble lo hipnotizante intrigantes que pueden llegar a ser.

El Brillo de sus Ojos | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora