Capitulo XVIII (pt. 1)

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¡Good Jul!...

En la mañana, los primeros rayos de sol comenzaron a colarse por las altas ventanas y a darme directo al rostro despertándome entre quejidos. Hundí la cara en la almohada tratando de poder dormir un poco más, pero no lo conseguí así que solo me quede boca abajo mirando por el gran ventanal.

Con suerte habré dormido una hora o dos ya que anoche al volver al cuarto no había podido conciliar el sueño ya que la imagen de Tom y Octavia se repetía en mi cabeza y no entendía porque sentía esa extraña sensación en mi pecho, como si un hierro ardiendo se me incrustara justo en el centro y no me dejase respirar, y mientras más trataba de no pensar en eso, más imposible se me hacía.

Lo recordaba a detalle; Octavia contra la pared y Tom frente a ella con su mano en su cuello mientras se besaban tan desaforadamente. La imagen volvió a mi memoria y se me revolvió el estomago y...

Auch...

—¡Arriba! ¡Arriba! ¡Es Navidad! ¡Arriba! 

—¡Maddison, pesas! ¡Bájate!

Desperté por completo al sentir a Maddison saltar a horcajadas sobre mi espalda, a la altura de mi cintura, y ya me estaba causando dolor. Sabía que no se bajaría, así que giré sobre el colchón haciendo que cayera a mi lado y ambas recostadas, comencé a hacerle cosquillas y darle besos mientras ella reía hasta que nos cansamos y me quedé recargada sobre mi codo a su lado, de espaldas a la puerta, mientras apartaba los rebeldes mechones de su rostros y ella sonrió poniendo ambas manos en mis mejillas apretándolas para que se me formara un pico.

¡God Jul, mamma! —dijo con una sonrisa, pero fruncí el ceño en confusión, aun con el pico en mis labios—.

—¿Qué? —balbuceé y ella carcajeo mirándome—.

"Feliz Navidad" —escuché detrás de mi y giré rápidamente por el susto encontrando a Tom recargado en el marco de la puerta de brazos cruzados—.

Al verlo todo mi cuerpo se tensó y mi estomago se retorció. Mi expresión de susto y sorpresa debió ser un chiste ya que él frunció el ceño y me dio una repasada completa. Carraspeé volviendo y me acomodé sentándome y apoyando la espalda en el respaldo.

—Déjame adivinar, ¿los gritos? —pregunté refiriéndome al hecho de que otra vez estaba en mi habitación—.

Lo seguí con la mirada cuando comenzó a caminar entrando a la habitación hasta quedar a los pies de la cama con la mano en los bolsillos y observándome desde su altura como si fuese imponente. Sin decir nada, pero con todo el descaro del mundo, me dio una horrible y lenta repasada. Me había destapado, por lo que tenía las piernas descubiertas y estiradas sobre la el colchón, sus ojos azul grisáceo me recorrieron desde las piernas hasta mis ojos. Cuando sus ojos dieron con los míos me provocaron tragar saliva y me abracé a mi misma por la incomodidad. Al parecer se dio cuenta porque carraspeo.

—Y porque el desayuno estará listo —respondió—. 

—Oh —dije mirando a Maddison recostada a mi lado—... Tenía pensado preparar yo el desayuno. A Maddison le gustan...

—Galletas con chips y chocolate caliente —completó por mi tomándome por sorpresa—. Estaba en la lista, abrir regalos desayunando chocolate caliente y galletas —recordó—. Ordené que lo prepararan.

—No creí que te importara la lista —dijo Maddison sentándose a mi lado—.

Tom la miró y frunció el ceño ante la mirada que le dio, y el tono que había usado. Estaba molesta, era evidente.

El Brillo de sus Ojos | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora