Capitulo XVII

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Una larga noche...

Auch...

¿Esas fueron mis costillas?

Rápidamente abrí los ojos al sentir un peso en mi costado y solté el aire que quedaba en mis pulmones ante la presión.

—¡Arriba! ¡Arriba!

—¡Maddison ya no tienes cinco años! ¡Bájate!

Me quejé al sentir que saltaba sobre mi y ella solo se rió sin bajarse y resoplé.

—¿No vas a bajarte? —pregunté retadora—.

Rió por lo bajo confirmándome que no lo haría.

—Okey...

Sin decir nada más me giré sobre el colchón haciendo que cayera a mi lado boca arriba y me pare sobre mis rodillas para comenzar a hacerle cosquillas y dejar besos por toda su cara mientras ella gritaba entre risas que parara.

—¡Ma... ma-má.. Te-tenemos qu... ! —decía entre risas y dio un grito cuando mis dedos llegaron a cosquillear sus axilas—

De lo que no era consciente, era de que no eramos las únicas en la habitación como creía. No lo supe hasta que escuche una risa ajena a nosotras. Dejé de jugar con mi hija mientras ella respiraba agitada recuperándose y giré la cabeza encontrando a Tom y Mattheo dentro de la habitación. Mattheo parecía divertido desde el marco de la puerta con las manos en los bolsillos. Mientras que Tom tenía los ojos poco más abiertos de lo normal y el ceño fruncido.

—¿Qué cara...?

No pude ni terminar la pregunta.

—Escuchamos gritos —dijo Tom confundido—.

Sus ojos fueron a Maddison que estaba recostada en la cama con las mejillas rojas y luego viajaron a mi. No se detuvo exactamente en mis ojos ni en ninguna parte de mi rostro, sino que más abajo y vi que tragó saliva.

—Bonita pijama —dijo Mattheo con sonrisa divertida—.

Tom se volteó hacía el con una mirada severa que lejos de intimidarlo lo divirtió más. Pero se giró y salió del cuarto dejándonos solos a los tres y Tom volvió a mirarme, ahora si a los ojos.

—Lamento haber entrado sin avisar. No suele haber ruido en esta casa y al escuchar gritos solo subí sin detenerme a pensar.

—Estamos bien —dije volviéndome a acomodarme entre las mantas dejando en claro que el que este allí y luchara por no mirarme, me incomodaba—.

—Okey... El desayuno ya esta listo —informó—.

Solo asentí y él igual, luego se dirigió a la puerta, no sin antes girarse a mirarme por ultima vez, un repaso general. Que descarado

Es hombre, ¿qué esperabas?... ¿Por qué te ríes, Katherine?

Deje de hacerlo y carraspeé volviendo a Maddison que a penas se recuperaba y no se entero de nada. En cuanto estuvo más tranquila se sentó sobre la cama noté que aún iba de pijama y con su cabello revuelto y me dijo que había ido a por mi para bajar juntas a desayunar antes de salir a hacer las compras y organizar todo.

Me comentó que Tom trató de convencerla de hacer todo con magia y así sería más rápido, pero ella logro convencerlo de hacer todo como la tradición dictaba, porque así le gustaba. Y creo que el que haya dicho "Así me gusta" bastó para convencerlo. Aunque sea difícil de creer.

Así que solo me coloqué el saco del mismo conjunto del pijama y luego de cepillarnos y lavarnos la cara, salimos juntas de mi cuarto hasta el comedor tomadas de la mano mientras ella me contaba todo lo necesario para los cuidados de Solv.

El Brillo de sus Ojos | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora