Capitulo X (pt. 2)

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Embriagador

—Date por muerto para cuanto terminemos con esta mierda —amenacé con los dientes y puños apretados mientras caminábamos detrás del resto—.

—He escuchado esa amenaza por tantos años, hermano, que aún sigo anhelado a que llegue el día —respondió riendo, caminando con las manos en los bolsillos. Tan despreocupado como siempre—.

—Te juro que llegará —aseguré y él suspiro deteniéndose. Hice lo mismo y giramos quedando frente a frente en un circulo confidencial—.

—Tómalo como un favor —agregó palmeando mi pecho—. Podrás lucirte frente a Kate y tu hija. Y, además, así podrás observar a Nott de cerca y controlar tus celos. Eres bueno acosando gente.

—¿Sigues con esa mierda? No siento nada por...

—Entonces supongo que eso no te molesta —hizo una seña con la cabeza hacia él frente. Sin comprender giré la cabeza encontrándome con la imagen de Nott cargando a la niña en un brazo mientras que con el otro sostenía la cintura de Katherine para cruzar la esquina—.

¿No saben cruzar por si solas?

Sentí mi mandíbula tensarse y mis puños se apretaron aún más, sin saber porque, fue una reacción repentina e inconsciente. Pero tragué saliva y volví a Mattheo que me miraba entretenido.

—Para nada —aseguré—.

Mattheo sonrió ampliamente listo para rebatir algo, pero su teléfono sonó en una llamada interrumpiéndolo.

—¿Bueno? —respondió— Si... Dime.

En ese momento mi teléfono vibró en el interior de mi saco y lo tomé viendo que era un mensaje de Katherine. Confundido abrí el chat.

Katherine Page: ¿Vienen?

Levanté la cabeza buscándola con mirada hasta encontrarla en la acera del frente esperando sola en la puerta del restaurante. Miré a Mattheo y él me hizo una seña con la cabeza de que me fuera.

Me aparecí en la acera del restaurante frente a Katherine. 

—¿Todo en orden? —preguntó con el ceño fruncido. Se abrazaba a si misma por el frío y entonces noté que no llevaba su abrigo— 

—Trabajo —respondí—

Me adelanté a la puerta y la abrí haciéndome a un lado para que ella pasara primero y antes de entrar me miró por el rabillo del ojo. Le sostuve la mirada y la seguí al interior del restaurante. 

El lugar estaba poco iluminado y la música sonaba a penas por los alto parlantes. Había varios pasillos que llevaban a distintas áreas y seguí a Katherine que se adentró por uno de ellos. Desde mi posición no pude evitar darle un repaso general con la mirada, desde su cabello negro que se zarandeaba sobre su espalda y deteniéndome un poco más en su delgada cintura y sus caderas. Sus piernas estaban descubiertas desde más arriba de las rodillas hasta sus tobillos.

No voy a excusarme otra vez, si le estaba mirando el culo. Pero en mi defensa, el vestido negro que llevaba se le ceñía perfectamente al cuerpo y la poca iluminación del lugar alimentaba la imaginación de cualquiera.

Como si sintiera mi mirada quemandole la espalda, Katherine me miró por encima de su hombro y la luz roja que le ilumino el rostro fueron una mala jugada en mi contra.

Llegamos a la mesa y como era su noche la niña estaba sentada a la cabecera. Las dos sillas a sus lados estaban vacías, reservadas para Katherine, y supuse que para mi. Ella se dirigió a su izquierda y Nott estaba sentado al lado, iba a levantarse para acomodar su silla, pero por costumbre tomé el respaldo de la silla y la aparté de la mesa para que se sentara, lo hizo y la volví a arrimar a la mesa, al parecer también se había acostumbrado. Me susurró un "Gracias" y solo asentí en respuesta para rodear la mesa y sentarme al otro lado de la niña.

El Brillo de sus Ojos | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora