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Capítulo cortito, pero es trabajo honesto. Disfruta.
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Llego al edificio encontrando el auto, estaciono el Mercedes esperando con todo el corazón que nadie vea el contenido de la cajuela. Minutos después de dejar el auto, entro al departamento, es cuando veo a Bill exasperado, buscando al pequeño cachorro.

—Hola —saludo y él deja a un lado lo que está haciendo.

—Hola, amor. ¿Cómo te fue? —pregunta con un semblante de desesperación y miedo por mi respuesta.

—Eh… no sé cómo decírtelo.

—Maldición, solo dilo.

—Me dio un Mercedes con la cajuela llena de droga.

—¿La tienes que vender?

—Sí.

—¿Cómo te ayudo?

—¿De qué hablas?

—Te metiste en esto por mi culpa, es lo menos que puedo hacer. Estaba pensando que en Alemania la vendías con la gente del bar, hay que encontrar un antro aquí.

—¿Te he dicho cuánto te amo?

—A diario lo haces.

—Te amo.

—Escúchame.

—Te escucho. Y te amo también.

Lo hago sonreír y me acerco para tomar su rostro y plantar un beso en sus labios.

—¿Y Pumba?

—Está como loco conociendo los muebles, se metió quién sabe dónde y ahora no lo encuentro. Vamos a buscar un burdel o algo donde dejes eso.

—Debo ser precavido también, me dio cocaína, mariguana y hay pastillas que no reconozco.

—¿Pastillas?

—Sí.

—Bueno, conozco a alguien que siempre tiene el olor característico de la mariguana.

—¿Es de la universidad?

—Nop. Va a la tienda a ver a una chica. ¿No ubicas quién?

—Sí, ya sé de quién hablas.

—Mañana hablamos con él.

~*~

Pumba sale a olisquear a Tom, él lo saluda y le da la bienvenida. Mientras cenamos le platico todo lo que Susana me ha dicho hacer, horarios, rutinas de ejercicio, dieta y sobre todo, recetas y los estudios que debo hacer de forma regular.

Terminamos de cenar y como aún no hay cama o un lugar específico para él, Tom saca la vieja manta que tenía Scotty, él no lo dice, pero soy consciente de haber avistado un par de lágrimas, las cuales retira con el dorso de su mano y sigue acomodando la vieja manta.

—Listo, al menos en lo que conseguimos algo para él.

—Gracias, amor.

Seguimos con nuestra rutina para ir a la cama, los dos tomamos una ducha, cada quien para su respectivo espacio y tiempo, nos lavamos los dientes y él se mete a la cama, yo aún tengo cosas por hacer, mi cuidadoso proceso para cuidar la piel de mi cara y cuello. A través del espejo de mi tocador, lo veo mirarme, cosa que me hace sonreír.

—¿Me miras así a diario?

—Sí. Y no me canso. Así que no me pidas dejar de hacerlo.

Dejo a un lado mis productos para el rostro, y voy a la cama. Subo a la esta de rodillas y trepo hasta quedar encima de su cuerpo, él me recibe con una sonrisa y cuando beso sus labios, los rasguños de unas pezuñas nos hace voltear hacia la puerta al mismo tiempo.

In die Nacht - Recuperándote [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora