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Llegamos a un lugar que no pude descifrar al principio. Imaginaba una bodega, un edificio de departamentos, hasta una casa vieja o abandonada como en las películas de suspenso. Llegamos y lo primero que pensé fue, por qué hemos venido a la parte más desierta de España. Sí, no sabía dónde estábamos, pero quería tener la seguridad de que seguíamos en España, aunque hayamos pasado en el camino más de cuarenta y cinco minutos. Ya había amanecido hace mucho, no había comido nada, Bill tal vez tuviera hambre y… se vuelve gruñón cuando no come nada. Adoro a Bill.

Amo a Bill, a pesar de todo. Sin importar que es mi hermano gemelo.

—¿Qué es esto? —pregunta Georg en la parte de atrás de la camioneta y me hace pegar un saltito en mi asiento junto a Frank, sacándome al tiempo de mis pensamientos.

—Es de Phil… aquí debe de estar.

—¿Debe? ¿O sea que no estás seguro? —pregunto alterado.

—Oye, cálmate, no hay otro lugar a dónde llevarlo.

—Ese hijo de puta lo… en el antro, es una de esas habitaciones.

—Es Giovanni, necesita drama para subsistir. Déjame decirte algo, Tom. Cuando entremos, deberás mantener la calma, no tenemos armas y no deberíamos hacer nada, dale el dinero que tienes, él te dará a Bill y nos iremos. ¿Entendiste?

—Aún no confío en ti. No sé si creerte o no.

—Creo que no tienes otra opción.

Tenía razón. No podía simplemente darme la vuelta y hacerlo por mi cuenta. Tal vez sí, tenía a Georg después de todo, él sí seguía siendo mi amigo, pero Frank… Al final de todo, fue él quien me buscó en España, solo porque soy su mejor vendedor, ¿verdad?

—Vamos.

Una fábrica, eso era, una especie de almacén de un lado, un almacén enorme, con gente de aquí para allá, movían, llevaban y traían cajas de cartón llenas de algo. Seguíamos estando en un lugar desierto.

—¿Y qué es lo que fabrican? —pregunta Georg, más en tono para aligerar las cosas que por mera curiosidad.

—No es tema para este momento, pero es un negocio familiar y Phil lo heredó. Tom, dejaste a un fábrica sin dueño.

—No muy joven precisamente. Debió de haber arreglado todo esto hace mucho tiempo.

—Bien, buen punto. Aun así, creo que Giovanni se lo quedará, Phil nunca tuvo familia ni hermanos. Ni siquiera tuvo una muerte digna.

—Y no me disculparé.

—Lo sé, solo lo externé. Vamos.

Y así seguimos adentrándonos, sin saber exactamente qué haría después de que lo viera. Y no hice nada.

—¡Tom! Has llegado. Traes lo que me pertenece, ¿cierto?

—Tú tienes algo que me pertenece a mí.

—Sí, solo quiero…

—¿Qué le has hecho? —interrumpo.

Lo veo a través de una malla para formar un espacio parecido a una jaula. Detrás de él hay herramientas colgadas a un muro hecho con tablas. Hasta donde alcanza mi vista, lo veo bien, al menos no está amordazado ni golpeado.

—Nada, ¿quién crees que soy?

—Amigo de un maldito violador, eso es lo que eres.

—Bien, las cosas que hacía Phil no tienen que ver conmigo, yo sólo quiero mi dinero, así que te quité algo que, creo, es importante para ti.

—Deja que Bill salga de ahí y te daré todo.

Algo estaba raro, no había mucho ruido en el lugar y no estábamos muy lejos de él. Entonces ¿por qué no voltea a verme?

—Tom, esto no funciona así, dame el dinero ya.

—¿Qué? Sólo te estoy pidiendo que dejes salir a Bill, no voy a salir de tu… fábrica.

—¡Peter! ¡Rey! Sáquenlo.

—¡Oído, jefe! —gritaron dos personas al unísono.

Los veo acercarse a la jaula y uno de ellos se acerca a él primero. Lo veo mover los labios mientras Bill no para ver del suelo, algo le está diciendo, no sé qué sea, no escucho, pero Bill sí, no deja de ver sus pies, está descalzo, sin sus calcetas favoritas para dormir, porque le gusta dormir con calcetas. Sonrío y quiero abrazarlo.

Cuando sale de la jaula, se obliga a mirarme, sus lágrimas caen vertiginosamente, siento que de repente se puede esfumar porque sería todo el agua que hay en su cuerpo. Tengo miedo de repente porque no pueda parar de llorar jamás y… ¿Qué podría hacer yo?

Corro hacia él y lo abrazo fuerte para que él también logre aferrarse a mí. Así lo hace.

—Dime qué te hicieron, por favor, Bill. Mataré a quién sea.

—Quiero ir a casa.

Saqué y solté el dinero que tenía en mi chaqueta, y en los bolsillos de mis pantalones, sin dejar de abrazarlo ni de sostenerlo si quiera. No me importó dónde caía el dinero, simplemente lo solté y escuché que estaban contándolo, no me importó, sólo tenía tiempo y tacto para Bill. Empecé a caminar con Bill en brazos, no sabía dónde estaba la salida, pero Georg empezó a caminar frente a mí y lo seguí, sólo confiaba en él.

—¿Es todo?

Mi primer error. Fue mi primer error, pensar que todo estaría bien.

—Es todo lo que vendimos. Ni siquiera me estoy quedando con ninguna parte. Es todo.

Georg me quitó a Bill, él lo sostuvo y lo sacó de mi camino cuando un arma me apuntó a mí.

—¿Qué estás haciendo?

—De aquí no te vas hasta que tenga mi dinero.

—¿No entiendes? Es todo lo que vendimos, sólo fueron dos días. No fue diario.

—Debiste sacar más, la gente en mi lugar es rica. Debiste sacar más.

—Es todo, entiéndelo. Ahora, si me permites…

—¡No! —Y entonces, Frank siguió, como siempre lo supuse pero no me dejó confirmarlo hasta ahora.

—Me costó hacerlo, pero creí en ti hasta el último momento.

—Tom, eres el mejor vendedor del mundo, lo único que quiero es asegurarme que sigas conmigo, o que nunca puedas hablar con nadie. Elige.

Lo sabía, muy en el fondo sabía que era mi única forma de salir de todo esto. Todo esto sería diferente si Bill no se hubiera ido, si no me hubiera abandonado, y quizás ni siquiera estaríamos juntos ahora. Si no se hubiera marchado, tal vez ni siquiera podría besarlo ahora, o quizás sí, no lo sé, tan sólo es una historia que no sabría cómo terminaría, igual a esta.

—Georg, sácalo de aquí —pedí sin mirar atrás.

Luego me arrepentí, no quería irme de aquí sin mirarlo una vez más. Conocía su rostro, vaya, no me cansaba nunca de mirarlo ni acariciar sus mejillas, sus labios, de ver sus ojos, de sentir su piel tan tersa, no me cansaba nunca, sin embargo así lo hice de cualquier modo.

En cuanto volteo, soy capaz de escuchar tres seguros, tres armas, una carcajada proveniente de mis espaldas ahora. Y también pude entender dos cosas. La gente no es de fiar, y Bill no era alguien a quien pudiera seguir subestimando. Jamás lo haría otra vez.

Escuché un disparo y un arma que se había quedado sin balas. Simplemente alguien se la había jugado. Alguien había disparado, y alguien había muerto.

In die Nacht - Recuperándote [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora