Bill está llorando en la cama, ambos estamos acostados y él está llorando por su lado.
—Amor, perdóname. Tengo que hacerlo. —No me contesta—. Bill.
—Cállate —escupe tratando de contener el llanto.
Me levanto sobre un codo para buscar sus ojos o la comisura de sus labios para poder besarlo, pero no encuentro ninguna de esas opciones.
—¿Estás odiándome ahora?
—Sí.
—¿En serio?
—No quiero perderte —contesta dándome la cara en su totalidad.
—No lo harás, primero mataré a quien sea que se atraviese en nuestro camino, me permite dejar un beso pequeño y tierno en sus labios.
—No quiero que regreses a eso, busquemos otra opción.
—Bill...
—Vete al carajo, entonces. Y no te lo digo como tu pareja porque en ese caso lo único que quiero hacer ahora es que me cojas. Te lo digo como tu hermano, si no encuentras otra opción puedes olvidarte del sexo y de lo demás.
Siento que estoy a punto de convencerlo, siempre que discutimos es así, termino por decirle algunas cosas tiernas y luego terminamos teniendo el mejor sexo de todos en la historia del sexo, sin embargo, ya estaba tardando esta situación.
—Vámonos de aquí —sugiere con un gesto de desesperación después de una larga pausa en nuestra discusión.
—No, no vamos a estar huyendo cada que me encuentre.
—¿Por qué tú?
—Me convertí en su operario favorito. Quizás el que mejor clientela le conseguía. Luego de cinco años desaparecí, supongo que también tiene miedo.
—¿De qué?
—De que lo acuse o algo.
—No lo hagas, por mí.
—No, por ti es que lo hago. Entiende que este tipo sabe de nosotros y no sé hasta dónde conoce nuestra relación.
—¿No vas a buscar otra opción?
—No hay nada más, Bill.
—Bien. Hasta mañana.
***
No puedo dormir, tengo que levantarme a las seis en punto y Bill se había quedado dormido alrededor de las dos de la madrugada. El reloj que está en el velador junto a mí, marca las tres y treinta, y no sé qué es peor, haber terminado el día sin él, o el hecho de que no puedo dormir y no puedo hacer que acurruque en mis brazos como siempre lo hacemos.
Cuando el reloj marca las cinco, llega una idea a mi cabeza, entonces me levanto, salgo al comedor y tomo una hoja y una pluma del cajón donde Bill guarda un sinfín de cosas.
Empiezo a escribir y mi celular suena con la alarma programada para irme a la universidad. Salgo poco después de haber desayunado y dejo la hoja extendida sobre la encimera en la cocina, pues es ahí donde Bill prepara su propio desayuno.
~*~
Despierto y Tom ya no está a mi lado, al mismo tiempo que lo proceso, todo me hace sentir mareado, incluso un fuerte dolor en el estómago me hace sentir enfermo. Entonces mi cabeza empieza a doler y recuerdo que me quedé dormido llorando.
Me levanto de la cama, salgo a la cocina tratando de contener mi llanto para liberar la frustración y entonces entro directo para ver en la encimera una hoja con una caligrafía que reconozco al instante y me siento enamorado.