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Después de tanto tiempo llegamos a casa. Donde no sólo había paz y tranquilidad, también había una nota en el comedor.

Aquí me despido —leí en voz alta, atrayendo a Bill a un lado mío y su atención —, de ustedes, fue un enorme placer haberte conocido, Tom, aunque no lo creas, me hiciste el hombre más rico de Alemania, te voy a extrañar.

»No encontraré a ningún otro dealer como tú, y eso me saca de mis casillas, y te diré algo más difícil aún, deberías irte de España, todo está arreglado, no habrá nadie más que te persiga o que se las quiera “cobrar” contigo o con Bill, eso quedó en el pasado, pero si me dejas darte un consejo, deberían irse, incluso buscar algo en San Francisco o en Los Ángeles, allá tendrían más libertad de hacer y de salir como ustedes lo prefieran, no digo que España sea malo, es muy liberal, bah, ustedes decidan.

»Repito y reitero, ya no hay nadie que los quiera seguir. Deshazte de esta nota, que no quede ni un pedazo, por favor. Quémala o deshazla en agua, no lo sé.

»Espero que el señor León y el señor Márquez les hayan hecho pasar un buen mes en la casa a donde les pedí que los llevaran, de lo contrario, me enteraré.

»Por último, sólo quiero decirte a ti, Tom, que nunca más vuelvas a subestimar a tu hermano, Dios mío, aún no puedo creer de lo que fue capaz, y también quiero ofrecer una disculpa por haberte intentado matar, no se me olvida y créeme que no lo haré, perdón. Y también quisiera decirle algo a Bill. Bill, tienes  a la mejor persona a tu lado. Siento mucho haberlo corrompido como lo hice, pero créeme que era perfecto para el trabajo, no por nada me rehusaba a dejarlo ir. Espero me entiendas. Sin embargo, para ser honesto, ya tampoco queda nada para mí en España, ni siquiera en Alemania, y no quiero seguir huyendo, estaré una temporada fuera de los negocios. Ya pensaré qué hacer con lo que me queda de vida. Al menos sé que limpié la mierda que yo creé.

»P.d. A partir de hoy que estén leyendo esta carta, son libres de hacer lo que les plazca. Ya está saldada la cuenta a todas las personas que les pediste dinero, Tom. Fui a ver a Susana, a las chicas de la tienda y tu amigo también tuvo su dinero de vuelta. Espero no haber olvidado a nadie.

»Frank.

—¿Qué ocurre, amor? —pregunté al darme vuelta, pues Bill jadeaba en silencio, sentado en una silla del comedor.

—Quiero llorar, déjame hacerlo.

—Bien —sonreí y pasé a su lado para dejar un beso en su frente.

Deshice la nota en el agua, en el fregadero de la cocina, regresé a su lado y me senté a su lado.

—¿Quieres…? —preguntamos al mismo tiempo, reímos al mismo tiempo y terminó por pasar sus manos alrededor de mi cuello para besarme. Nos miramos y él continuó.

—Quiero estar dónde sea, pero contigo.

—Lo sé, yo también, no importa dónde sea.

—Tengo miedo de los resultados.

—Mañana iremos a la consulta médica y nos dirá qué pasa. Por ahora, tenemos que descansar.

—Gracias por no dejarme nunca.

—Aunque quisiera no podría.

—No digas eso.

—Sí, me pasé, lo siento. ¿Quieres cenar o comer algo antes de ir a la cama?

—Una taza de té. O alcohol, lo que encuentres primero.

—Té será, no te daré alcohol a esta hora.

In die Nacht - Recuperándote [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora