Bajamos del edificio dejando a Pumba con la esperanza de que no le pase nada malo, Bill llenó su tazón de agua y otro con comida y, después de que le diera la estricta indicación de que no hiciera travesuras, cerró la puerta detrás de nosotros. Estando abajo, nos quedamos a meditar el plan que comencé con sueño y dejé a medias.
—A esta hora ya debe estar Cinthia en la tienda —digo viendo el reloj en mi muñeca.
—Ajá, ella debe tener el contacto de Luca.
—Bien, ¿me sigues?
—Sip.
Subo al Mercedes, Bill en nuestro viejo pero funcional Audi. Me estaciono junto a la entrada de la tienda, y bajo cuando veo a Cinthia que está limpiando el local. Las puertas corredizas estan abiertas, y la llamo para que salga, no quiero ensuciarle el suelo.
—Hola, chicos. ¿Por qué tan temprano hoy?
—Hola, Tia. ¿Me podrías ayudar con algo?
—Claro.
—¿Tienes el contacto de Luca?
—No —contesta dando un resoplido y rodando los ojos—, es un idiota.
—Diablos, ¿eso quiere decir que ya no va a venir a buscarte?
—Le dije que si venía, hablaría al 911.
—¿No te quedaste con su número registrado en algún lado? Nos urge, Tia —añade Bill con la desesperación que me corresponde.
—Ah creo que sí, esperen.
Bill y yo nos vemos cara a cara, angustiados y cruzando los dedos para que Cinthia pudiera encontrar un mensaje de texto o una llamada en el registro de llamadas. Veo el rostro de Bill que me sonríe apenas, es una mueca de preocupación y de clara vehemencia hacia mí, tomo su rostro y dejo un beso sobre sus labios, despacio y tierno, sin intentar nada más en absoluto. Jamás pudimos hacer algo como esto estando en Alemania, ahora podíamos hacerlo dónde y frente a quien fuera.
—Chicos, no me lo van a creer. —Bill y yo contenemos la respiración y la vemos con desesperación para que nos de una respuesta por fin.
—¿Qué? —preguntamos al mismo tiempo, casi sin darnos cuenta.
—Tengo una llamada de hace cinco meses. Es este.
Cinthia me da su celular y Bill comienza a marcar el número desde el suyo. Luca le contesta de inmediato.
—¿Luca? Hola, trabajo con Cinthia en la tienda de ropa. Te comunico con mi he… novio.
Sonrío al ver lo cerca que estuvo Bill de cagarla completa.
—Hola —saludo cuando Bill me entrega su celular y lo veo irse al Audi—, oye, tenemos que hablar de negocios.
—Hola… espera —contesta Luca y lo escucho aspirar de forma increíble, como si hubiera aspirado una cantidad estúpida de algo—. ¿Negocios? Espero que tu negocio incluya la palabra nocivo, pero si incluye la palabra Cinthia te colgaré.
—No, primera opción.
—Dime dónde te veo.
—A las dos de la tarde en donde tú me digas.
—Anota, te daré la dirección de mi casa.
Cinthia me entiende después de hacerle algunos movimientos de mímica y me da un bloc de notitas que ha tomado del mostrador.
—Allá te veo, amigo.
—Nos vemos. Ah, y dile a tu novio que sí me acuerdo de ustedes. No necesita decirme el nombre de esa ramera.