Ninguno de los dos pudo dormir. En cuanto Bill se quedaba dormido, empezaba a sollozar y yo a su lado, quería que terminara, quería poder tener magia y borrarle todo ese episodio de su mente, mismo que había ocurrido, mayormente, por mi culpa.
Una llamada entró a mi celular alrededor de las cuatro de la madrugada.
—Hola, Tom.
—Hola, Frank.
—Ya me dijeron que dejaste seco a Phil.
—¿Quién es Phil?
—No te hagas el gracioso.
—Tú mandaste a hacer esto, ¿verdad?
—No, sinceramente no fue mi idea, mientras me des resultados no me importa dónde vendas. Pero para Giovanni no fue así, usaste su antro y había que pagarle un porcentaje. Siento que se haya cobrado así.
—No sé si creerte.
Creí que ya no respondería, se quedó callado un momento y siguió.
—¿Cómo está Bill?
—No menciones su nombre. Te lo prohíbo.
—Mira, no soy tu enemigo, Tom. Eres mi muchacho estrella, mi favorito. Y Phil está muerto. ¿Quién te dio el arma?
—¿Cuál arma?
—Bien, bien, eres bueno. Precavido. Tanto que tuviste tiempo de buscar guantes y no dejar huellas. Te felicito, estás creciendo.
—Tengo que colgar.
—Sí. Escúchame, Giovanni va a querer su dinero. Te veo en una hora, mis chicos irán por ti y me darás las ganancias y el coche.
—¿Acabé con todo esto ya?
—Nunca quise que tocaran a Bill, si puedes creerlo. Tienes mi palabra que no te usaré más. Aunque si tienes pensado seguir en el negocio para conseguir más plata, aquí estaré.
—Solo quiero vivir tranquilo con Bill.
—Lo sé, pero mataste al amigo de Giovanni. Phil era… digamos que un hermano, no tu definición de hermano, para aclarar.
—Tengo que colgar.
—Te veo en una hora.
Luca sigue en el departamento, si vienen los hombres de Frank, Bill no se quedaría solo, aunque dudo que Frank en serio no haya tenido nada que ver.
Un mensaje llega a mi celular, el número del quien lo envía no se puede visualizar en mi pantalla, solo la palabra DESCONOCIDO resalta y aunque trato de ignorarlo, no puedo. Una sola palabra contiene el mensaje, así como el remitente.
Baja
Y sé que son ellos.
Salgo de la habitación y encuentro a Luca dormido. Me apena mucho tener que despertarlo, pero tengo que decirle que me iré un momento.
Y así lo hago, él me dice que está bien, que me vaya pero que tenga mucho cuidado, porque si algo me ocurre, él no sabría dónde buscarme, y que si muero, Bill lo matará a él por haberme permitido salir. De pronto me hallo sonriendo, fue muy poco el tiempo con Luca y ya lo quería como un verdadero amigo de años y años y años.
Antes de salir, tomo el dinero de donde Bill y yo convenimos guardarlo, todo está dentro de una gran bolsa plástica con cierre, la pongo dentro de mi mochila que uso para ir a clases y es todo, así salgo, con las esperanzas de regresar al amanecer y empezar a vivir tranquilo.
Bajo las escaleras, y ahí están, cuatro hombres, tres de mi estatura aunque más ejercitados, y uno más alto que cualquiera de nosotros. Todos llevan gafas de sol, a pesar de que ya es madrugada. Uno abre la puerta de una camioneta y subo sin rechistar, en este momento de mi vida con Bill en la cama, no tenía ganas de pelear con nadie.