1.-Los Sacrificios Que Hacemos

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-¿Estás seguro de que quieres hacerlo? -me preguntó mi mejor
amigo, un cachondo mental, por la que a mí me pareció la millonésima
vez a partir de cuando entramos al club nocturno donde ella trabajaba y jugueteaba.

Niko era mi puntal. El que me mantenía a flote cuando la vida se ponía demasiado pesada y en esos momentos yo estaba pasando una temporada malísima. Niko era el diminutivo de su nombre completo Niko Hülkenberg. Niko era despampanante, el típico omega con buen cuerpo que sale en las novelas románticas, con una cabellera larga y sedosa, una figura de infarto, unas piernas larguísimas y una cara de dios. El único problema era que le gustaba demasiado cabalgar. Y además sobre todo tipo de alfas. Como ya he dicho, era un puerco. Pero yo lo quería como si fuera de mi propia sangre. Y considerando lo que ya iba a hacer por una persona de mi propia sangre, es mucho decir.

-No, no estoy seguro Niko -le solté-, pero no me queda más remedio.
Y si no dejas de preguntármelo, acabaré cambiando de opinión y saliendo de aquí. Sabes perfectamente lo asustadizo que soy.

Pero el nunca se tomó mi drama demasiado en serio, porque se pasó
tres pueblos conmigo. ¡Vaya si se los pasó! Sin sentir ni una pizca de
remordimiento.

-¿Y estás dispuesto a que te desvirgue un desconocido? ¿Sin amor de por medio? ¿Sin cenas románticas con champán ni noches fogosas con
sesenta y nueves?-
Me agobió con tantas preguntas que estuve a punto de estallar, pero sé que lo hizo porque me quería, para asegurarse de que lo hubiera sopesado todo. Habíamos mirado con lupa los pros y los contras y estaba seguro de que no nos habíamos dejado nada por considerar. Pero lo que más me preocupaba era no saber lo que me iba a pasar.

-¿A cambio de la vida de mi madre? ¡Claro que sí! -le respondí
mientras lo seguía por el oscuro pasillo que conducía a las entrañas del Foreplay, el club donde el trabajaba. El Foreplay: el lugar que me cambiaría, la vida. En cuanto firmara el contrato ya no podría dar marcha atrás.

Mi madre, Marilú, tenía una enfermedad terminal. Siempre había estado delicada del corazón, pero con el paso de los años había ido empeorando.
Cuando me trajo al mundo estuvo a punto de morir, pero logró salir con
vida de aquella situación y de otras muchas operaciones y procedimientos médicos. Sin embargo, ahora la habían dado por un caso perdido. La vida se le estaba escapando a marchas forzadas. Estaba tan débil y frágil que permanecía postrada en cama. En el pasado la habían ingresado en hospitales tantas veces que mi padre, Antonio, había perdido el trabajo. Se había negado a dejarla sola a cambio de ayudar a una maldita firma de abogados a ganar más dinero. Y a mí me parecía bien. Ella era su esposa y él se tomó su deber conyugal muy en serio.

Se dedicaba a cuidarla en cuerpo y alma al igual que ella lo habría hecho con él si los papeles se hubieran invertido. Pero no tener trabajo significaba no tener seguro médico. Y también, vernos obligados a vivir con los exiguos ahorros que mi padre había logrado reunir durante su mejor época. En resumidas cuentas, tener un seguro médico era un lujo que mis padres no se podían permitir. Qué situación más fantástica, ¿verdad? Y encima las cosas habían ido de mal en peor. La enfermedad de mi madre había avanzado tanto que si no recibía pronto un trasplante de corazón se moriría. Esta noticia nos había afectado enormemente a los tres, sobre todo a Antonio.

Yo veía a mi padre día tras día. Al estar él tan pendiente de mi madre,
había descuidado su propia salud, con lo que había adelgazado. Y ahora
encima tenía unas ojeras de caballo por no dormir las horas suficientes.
Pero aun así siempre intentaba hacerse el fuerte ante mi madre. Ella había aceptado su inminente muerte, pero mi padre... seguía creyendo que
saldrían de ese mal trago. El problema era que estaba perdiendo las esperanzas. Creo que a medida que mi madre languidecía mi padre también se iba apagando.

Una noche, cuando mi madre ya se había dormido, me lo encontré
encorvado en su sillón abatible, con la cara sepultada entre las manos y los
hombros agitándose convulsivamente, llorando a lágrima viva. Creyó que a esas horas nadie lo vería. Pero yo le vi. Nunca lo había visto tan abatido. Tuve el desagradable presentimiento de que si mi madre se moría, mi padre no tardaría también en seguirla.
Lloraría su muerte hasta irse al otro mundo. Yo no tenía la menor duda.
Debía hacer algo. Quería desesperadamente mejorar las cosas. Y también que mis padres se sintieran más animados.

Niko era mi mejor amigo. El mejor de todos. Siempre se lo contaba todo,
por lo que conocía mi situación. Las situaciones desesperadas exigen
medidas desesperadas y después de ver lo desesperado que estaba, me
acabó contando los negocios más escandalosos que se llevaban a cabo en las entrañas del Foreplay.
Lewis Hamilton, el propietario, era por decirlo de alguna manera un
empresario agresivo. Básicamente, era un alfa dominante. Se las había ingeniado para vaciarles los bolsillos a los que estaban forrados de dinero. Era una operación de primera, una subasta en la que los omegas se vendían al mejor postor. El Foreplay no constituía más que una tapadera, porque esta clase de subastas eran en realidad de lo que Lewis vivía. Y además el club era el lugar donde los universitarios iban a ligar y empinar tanto el codo que apenas recordaban cómo se llamaban, lo cual era la tapadera ideal para el lujoso local que había debajo. Por lo que yo tenía entendido, algunos de los omegas -incluido yo- participábamos voluntariamente, y en cambio otros lo hacían para saldar las deudas contraídas con Hamilton. Vender sus
cuerpos era el último recurso para pagarle lo que le debían, aunque
significara perder su libertad.

Niko me contó que los clientes eran siempre hombres con unas cuentas
bancarias exorbitantes. Incluso los magnates más ricos del mundo tenían unas fantasías de lo más viciosas que no querían que salieran a la luz. Y por una cantidad adecuada de dinero, podían encontrar a alguien dispuesto a ofrecerles su cuerpo sabiendo que no revelaría a nadie su secreto.

Pero era cuestión de suerte, podía tocarme un tipo cortés y amable o un tirano que disfrutara sometiendo a su esclavo sexual. Y a juzgar por mi pasado, seguro que me tocaría lo último. Como no había tenido demasiada suerte en la vida, no esperaba que el destino me sonriera esta vez.

La enfermedad de mi madre no solo le exigía un constante sacrificio a
mi padre, sino también a mí. Yo no le guardaba rencor por ello, pero en
lugar de ir a la universidad me había quedado cuidando de ella para que mi padre no perdiera el trabajo. Pero ahora que él lo había dejado, no tenía ningún sentido para ellos que yo me quedara también en casa. Aunque nunca lo había hecho por obligación. Era mi madre y la quería. Además, aún no sabía lo que iba a hacer con mi vida. A lo mejor pensarás que un chico de veinticuatro años ya debería tener las cosas claras, pero en mi caso no era así.

Tal vez no fue una buena idea infundirles esperanzas, pero como ya he dicho, mis padres estaban empezando a darse por vencidos, e ilusionarse un poco no les haría ningún mal. De modo que me las ingenié para convencerles de que gracias a mis buenas notas me habían concedido una beca fabulosa con todos los gastos pagados para estudiar en la Universidad de Nueva York. Sí, en aquel momento de mi vida era algo que por desgracia no me iba a pasar, pero mis padres no lo sabían, y eso era a fin de cuentas lo que importaba.

Estar tan lejos de casa significaba que no podría visitarlos tan a menudo como antes, y por más que me doliera estar separado de mi madre moribunda durante tanto tiempo, era absolutamente necesario para que mi plan funcionara. Si tenía suerte, nunca se llegarían a enterar.

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Hola!
He aquí el primer capitulo, dude en si hacerlo más corto o más largo pero fueron más de 1300 palabras, entonces ustedes díganme si así están bien o los prefieren más cortos o más largos.

Igualmente si ven algún error haganmelo saber ya que la profa en el libro es mujer y acá en chequito entonces por si se me va algún pronombre o algo similar.

Ya pronto viene lo chido, lo prometo y para todos los que estamos traumados con fics dolorosos les quiero spoliear que aunque si habrá drama hay final lindo jaja no vamos a sufrir mucho ❣️

Secretos inconfesables || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora