Narración: Max
Normalmente yo no era un idiota, pero me tomaba los negocios muyen serio. Además era un jodido caliente mental y el me había demostrado tener grandes aptitudes cuando mientras lo follaba por la boca me tocó los huevos sin yo pedírselo. Enseñarle a hacer las cosas que me gustaban y ver su sexualidad despertar y crecer iba a ser una escena de lo más deliciosa. Y yo estaba en primera fila.
Cerré el grifo en cuanto se llenó la bañera y me dirigí al dormitorio. Apartando la sábana deslicé mis manos por la piel de melocotón de su culo. Técnicamente ahora era mío. El se movió un poco, dormido, y frunció el ceño.—Sergio, es hora de levantarte —le dije en voz baja.—¿Mmm? —murmuró el sin intentar siquiera abrir los ojos.—Si no levantas el culo de la cama te la voy a meter sin preparación —le cuchicheé al oído esta vez de una manera más tajante, apenas dejando salir en la superficie la voz de mando, no quería lastimar a su lobo, y luego deslicé la punta de mi dedo por su entrada, aplicando un poco de presión para que se diera por aludido.
Saltó de la cama al instante, aturdido y confuso, hasta que logrando enfocar los ojos se me quedó mirando. Vi el momento en que descubrió dónde estaba y por qué se encontraba allí. Tenía el pelo desgreñado y anudado.—Es hora de bañarme —le dije.
—¿Y? ¿Qué tiene eso que ver conmigo? —me soltó desplomándose en la cama de nuevo y se cubrió luego con la sábana. ¿Y a que no sabes lo que esa descarada boca suya me hizo en ese momento? Pues como era de esperar, ponérmela al instante tan dura como el titanio. Cargue su delicado cuerpo y lo cargué sobre el hombro para llevarlo al baño. El pataleó como protesta y me azotó el culo desnudo, pero no se imaginaba que lo único que hacía era ponerme más caliente aún. Lo arrojé a la bañera y me reí con ganas cuando cayó dentro con un fuerte chapoteo. El agua salió proyectada al aire, empapándole el pelo y haciendo que le cayera todo lacio delante de la cara. Parecía un gato mojado. Mmm... un gatito húmedo.
—¿Por qué diablos has hecho eso? —gritó el echándose el cabello hacia atrás.—Porque me vas a enjabonar y no quiero oír ni una queja —le respondí metiéndome también en la bañera. Intentó alejarse de mí, pero agarrándolo por los antebrazos, tiré de el para sentarlo a horcajadas en mi regazo. Mi miembro quedó apretujado entre los dos y rozando ligeramente el suyo y Sergio soltó un grito ahogado al ver que ya la tenía dura por el.—Así me gusta. Esta postura es mucho más cómoda —dije empujando hacia arriba las caderas para que el pudiera sentirla cuan larga era—. ¿Note parece?
Estaba furioso.—Te odio.—¡Me da igual! —repliqué—. Ahora lávame el pelo e intenta ser sensual al hacerlo. Resoplando enojado, agarró el frasco de champú. Yo cerré los ojos, gozando de su entrada caliente apoyado sobre mi palpitante y turgente prominencia mientras me masajeaba el cuero cabelludo con los dedos.
Advertí que me clavaba las uñas en la piel, probablemente para que no me quedaran ganas de pedírselo nunca más, pero solo me produjo el efecto contrario. Me encantaba el sexo a lo bestia y el ni siquiera me estaba arañando enserio. Tarareando agradecido, empujé hacia arriba las caderas, y supe que no me lo estaba imaginando, que el presionaba hacia abajo. Sergio se puso a jadear y descubrí que intentaba mantener la compostura para que no viera lo excitado que estaba. Y entonces arrimándose a mí, me enjuagó el pelo con la regadera de la ducha, rozándome los labios con la punta de sus pezones. Abrí los ojos para mirar a hurtadillas, saqué la lengua y le di una lametada en el pezón.—¡Oh, Dios! —gimió apartándose en el acto.—¡Ah, no! —exclamé chasqueando la lengua—. Vuelve a traerme esas preciosas tetillas, Sergio. No has terminado tu trabajo. Todavía me queda champú en el pelo.
Arrugando el ceño, volvió a sentarse a horcajadas en mi regazo. Lo oí contener el aliento mientras lo hacía. Encorvó la espalda para mantener su pecho alejad de mi cara. Pero poniéndole una mano en la espalda, lo empujé hacia mí, atrapando su pezón entre mis labios. Volvió a dar un grito ahogado y yo sonreí alrededor de su pezón mientras se lo rodeaba deslizando mi lengua. Puse la otra mano en su otro pecho y se lo masajeé, pasándole el pulgar por su enhiesto pezón mientras empujaba mis caderas hacia arriba. Su cuerpo se relajó y se arrimó a mí mientras le chupaba el pezón y luego le arañé suavemente con los dientes la sensible piel de la areola. Ya no me enjuagaría el pelo. Lo sabía porque apenas sostenía la regadera de la ducha entre sus manos, de pronto arqueando la espalda pegó su pecho a mi boca. Gemí de gusto, sus hormonas estaban llenando el lugar con ese toque picante de excitación y hacia que mi lobo quisiera tomar el control y hacerlo mío, le solté el pezón emitiendo un ruido de succión para entregarme al otro. Deslicé la lengua por el botoncito como si fuera una serpiente y luego se lo chupé con ardor. Le levanté las caderas y lo volví a sentar en mi regazo de modo que la punta de mi virilidad le quedara justo en su cálida entrada que estaba palpitante y muy deslizante para mi. Cuando empujé un poco hacia arriba, el se tensó y me agarró los hombros.
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Secretos inconfesables || Chestappen
RomansaSergio Pérez tiene un secreto. Cuando un asunto de vida o muerte amenaza con acabar con su familia, Sergio decide hacer un sacrificio muy especial. Se ofrece en puja en el club erótico más exclusivo de Mónaco. Ahora, Checo es propiedad de Max Versta...