Thirty-five

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Capítulo 35. "Al borde del abismo".

Alec's Pov:  

El amanecer se filtraba por las cortinas entreabiertas, iluminando la habitación con una luz suave y tranquilizadora. Este era un día como cualquier otro, donde tanta ansiedad se cernía sobre mí con una oscuridad abrumadora y devastadora. No sabía sobre el futuro del bebé que se formaba en el vientre de Daniela, pero estaba seguro de que haría cualquier cosa por mi compañera.

- Está despertando - dijo Rosalie, interrumpiendo mi conversación con Carlisle.

No dije nada, simplemente salí de la oficina, dándole un ligero asentimiento a Carlisle. Mientras caminaba por los pasillos de la casa de los Cullen, luchaba por contener el pánico que amenazaba con desbordarme. Cada paso que daba era como un eco sordo de mi congelado corazón.

Entré en la habitación donde Daniela descansaba, su rostro pálido y demacrado, pero su mirada llena de determinación y valentía. Sentí un desagradable dolor en mi interior al verla así, tan vulnerable y fuerte al mismo tiempo.

- ¿Cómo te sientes, mio amore? - pregunté apenas en un susurro mientras me acercaba a su lado.

Daniela me ofreció una débil sonrisa, pero podía ver el dolor oculto detrás de sus ojos.

- Estoy bien, Alec. Solo un poco cansada - respondió Daniela, su voz temblorosa pero firme.

Tomé su mano con suavidad, sintiendo el frágil latido de su corazón bajo su piel.

- Estaré aquí contigo, no me alejaré de ti - aseguré con confianza que esperaba poder transmitirle a Daniela.

- Lo sé, Alec, y estoy agradecida de que no lo hagas - respondió, pidiéndome silenciosamente que la ayudara a levantarse - Quisiera ducharme.

- Te llevaré entonces - dije ayudándola a ponerse de pie.

- Preferiría que Rose lo hiciera - dijo haciendo notar su incomodidad - o Alma si ya está aquí.

- Vamos, principessa, no es nada que no haya visto antes - dije tratando de relajar el ambiente.

Daniela no dijo nada, simplemente me miraba con ojos suplicantes. Asentí y sonreí sin mostrar mi tristeza por no haberme considerado.

- Llamaré a la rubia - cedí sin remedio.

- Estoy aquí - dijo Rosalie a mi espalda.

- Por supuesto que lo estás- dije un poco brusco, saliendo de la habitación cuando Daniela estaba en brazos de la Cullen.

En este punto no me importaba mostrarme enojado. Evitaba hacerlo frente a mi destinada, pero estaba llegando a un punto donde su rechazo hacia mi compañía en momentos específicos me irritaba. Comprendía que se sintiera incómoda al verla desnuda en ese estado, o que estuviera presente cuando bebía sangre. Tal vez fue mi error decirle que me excitaba verla beber sangre, pero vamos, soy su compañero. Confío en ella y la amo demasiado. Siempre trato de hacer que se sienta lo suficientemente segura como para que mi presencia no le genere inseguridades.

- Hey, Alec, ¿y mi hermana? - preguntó Alma apenas me vio.

- Se está duchando - respondí sin dirigirle una mirada. No quería desquitarme con la hermana de mi novia.

Escuché los pasos apresurados de Alma hacia la planta de arriba. Volteé y el prometido de Alma estaba parado frente a mí con sus brazos cruzados y una cara que siempre veía.

- ¿Qué te sucede, pálido? - preguntó el lobo mirándome con severidad.

- Nada que te incumba, perro - respondí sin ánimo, caminando fuera de la habitación.

Lazos inmortales | Alec VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora