CAPÍTULO 2

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ESRA


Mi cabeza da muchas vueltas y que más diera que fuera por efectos del alcohol, pero no, es porque Elizabeth, no deja de hablarme sobre mi vida amorosa. Es verdad que la he cagado en grande, pero insiste en que consiga una pareja con la que pueda criar a mi hija antes de que sea muy tarde. Insiste en que Daisy no debería pasar tanto tiempo con una niñera.

—¿Terminaste? —pregunto preparando un biberón mientras ella se termina su copa de vino.

—Daisy tiene un año ya —dice siguiéndome por la cocina —es el momento de que comiences a relacionarte.

—No quiero.

—Solo por esa...

—¿Esa qué? —me planto frente a ella.

—Esa mujer —sonríe —te prometió que volvería, no significa que sea verdad y creo que tú también ya lo sabes.

—Lo sabes mejor que nadie Beth —suspiro —así que para de mencionarla en todas nuestras conversaciones, no quiero saber de ella, pasaron casi dos años ya.

—Está bien, lo siento —extiende sus brazos —dame un abrazo.

—Pides mucho —me giro para rodear la isla e ir hacia la habitación de mi Daisy.

Le doy su biberón y la arropo para que se duerma, le doy un beso en sus mejillas y me giro para encontrarme a mi amiga observándome como si estuviera a punto de llorar y me apresuro a salir de la habitación.

—Estás ebria.

—Es que te ves muy bien como madre —me abraza por la espalda y le palmeo sus brazos.

—Ya, está bien, siempre seré tu crush —me suelta enseguida.

—Eso fue hace muchos años, Esra.

—¿No será que quieres criar a mi hija conmigo y por eso insistes? —abre su boca sorprendida y continúo mi camino.

—Si todavía tuviera esos sentimientos por ti, te hubiese robado de esa harpía desde el primer momento en que se metió en tu vida —dice molesta —¡Ah, como la odio!

—Porque me amas.

—Si, te amo como mi mejor amiga y no quiero volver a verte así.

—Entonces no insistas que no pasará.

—Me quedaré contigo —dice entrando en mi habitación y comienza a quitarse su traje —mi casa está muy lejos.

—Son tres cuadras, Elizabeth Windsor —le recuerdo.

—Mañana vuelves al trabajo, te haré el desayuno antes de irte.

Esa es la peor de las mentiras, a la mañana siguiente, yo termino preparando el desayuno para las dos y dejando todo listo para la niñera de Daisy.

Mis nervios se acentúan una vez que llego a la universidad, llevo casi seis años siendo maestra de literatura, sin contar el tiempo que me di luego de tener a mi hija, pero siento que esto es como comenzar de nuevo.

Bajo de mi auto y voy directamente a mi nueva oficina. Ya me presentaron a los demás profesores y ninguno es de mi agrado, así que haré lo mejor que pueda para mantenerme ocupada y no tener que convivir con ellos.

Veo la hora y no me había dado cuenta que me llevo mucho tiempo terminar de acomodar los libros, así que tomo los que necesito para la clase y me apresuro a cruzar cada pasillo hasta llegar a mi nuevo salón de clases, pero entonces esa niña se choca conmigo.

—Lo siento mucho —dice agachándose para levantar mis cosas y me quedo observándola fijamente porque sé que la he visto en algún lado.

—Gracias —tomó mis libros. —¿Entras o sales?

El mejor de mis erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora