CAPÍTULO 16

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ESRA

Ni siquiera entiendo porqué le corte la llamada y ahora me da vergüenza responderle. Dejo mi celular a un lado y trato de conciliar el sueño, pero los pensamientos que tengo ahora, no me dejan hacerlo.

Frustrada me levanto y voy a la cocina por una copa y una botella de vino. Me quedo ahí solo viendo la pantalla de mi celular por si ella decide volver a llamar, pero supongo que ya se cansó de todas las llamas de rechacé.

No puedo evitar sentir incomodidad con lo que escuché, no quiero volver a caer en las mentiras de alguien. Me niego a consolar otra vez a alguien, sobre todo cuando lo hacía por otra.

—Oye Jess —me acerco al verla sentada en los escalones del apartamento donde vive. —¿que sucede? —ella está llorando.

—No sé que hacer —se suelta a llorar —no puedo con tanta presión.

—¿Tu mamá otra vez? —pregunto, pero se queda en silencio.

No, claro que no.

Me acerco y la abrazo, aferrándome a esto, aferrándome a lo que alguna vez fuimos. Ella igual me abraza y me pide perdón. Quiero llorar, pero no lo haré, le prometí a Elizabeth que no lo haría, no después de lo que ella me mostró. Solo quiero saber hasta dónde es capaz de llegar o si realmente me elegirá a mi. Son muchos años los que llevamos juntas, no me dejaría ¿o si?.

Claro que lo hizo, se escapó con su amante el día de nuestra boda. En parte la culpa fue mía, por aferrarme a algo que ya no tenía sentido. No cuando ella ya había renunciado a mi.

Tomo el valor y le devuelvo la llamada a Abbie. Al primer timbrazo ella responde.

—¿Estabas dormida? —pregunto.

—No, estaba por marcarte una vez más —su voz suena más baja.

—Lo siento, por lo de antes.

—No tienes porqué y sobre lo que escuchaste, no es verdad, no fue de esa manera que se enteró de mi sexualidad.

—Está bien, Abbie, te creo.

—Te prometo que te seré fiel hasta el último de mis días —eso me hace reír y ella también lo hace.

—¿Quien dijo que estarás conmigo hasta el último de tus días?

—Ouch —dice fingiendo dolor —yo me haré cargo de eso.

—Ya veremos.

—Te aseguro que ese tremendo...

—Cierra la boca, Graham —. Ella se ríe y me alegra escucharla.

—Mis manos anhelan volver a sentirlo.

—No te dejare hacerlo.

—No te imaginas lo que puedo hacer.

—Buenas noches, Abbie. —ahora si termino la llamada antes de que sigan subiendo de tono sus comentarios.

¡Maldita, Abbie!

Me termino la segunda copa de vino y vuelvo a la cama. Ha decir verdad, si que me he imaginado muchas cosas desde ese beso, porque recordé las veces que he visto su cuerpo desnudo y eso me pone mal. No quiero tener esos pensamientos sobre ella.

Estos meses han sido una tortura total, si tan solo no hubiera sido tan estúpida de alertarla con mi actitud, ahora mismo estaría está aquí y quien sabe, quizás estaría pasando unos días magníficos junto a ella y sus ocurrencias.

El fin de semana se llega muy rápido, paso dejando a Daisy por casa de Nathalie ya que dijo que podría ayudarme a cuidarla cuando necesitara y veo que Amalia también está con ella.

El mejor de mis erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora